Al viajar a Europa para conmemorar la victoria aliada de mayo de 1945 sobre la Alemania nazi, el presidente estadounidense George W. Bush quiere recordar el papel crucial jugado por su país, no sólo en la victoria de hace 60 años, sino también en la subsiguiente "guerra fría".
 
Bush comenzará su viaje el 7 de mayo en Riga, donde se reunirá con los  presidentes de los tres países bálticos que en 1945 pasaron de la ocupación  nazi a la soviética y no guardan recuerdos especialmente felices del fin del  conflicto.
 
La presidenta de Letonia, Vaira Vike-Freiberga, aceptó viajar a Moscú el 9  de mayo para celebrar la victoria sobre la Alemania nazi, pero sus colegas de  Estonia, Arnold Ruutel, y de Lituania, Valdas Adamkus, rechazaron la  invitación.
 
Independientes desde 1991, los países bálticos han salido de la esfera de  influencia rusa e integran la OTAN y la Unión Europea. Para el gobierno  republicano estadounidense, los tres simbolizan la nueva arquitectura europea,  construida sobre los escombros de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas  (URSS).
 
El 8 de mayo, Bush estará en Holanda para pronunciar un discurso en el  cementerio militar de Margraten, donde se encuentran los restos de más de 8.000  soldados estadounidenses muertos durante la avanzada de las fuerzas aliadas  ante Alemania.
 
Esa será para él la ocasión de reafirmar su voluntad de luchar contra la  tiranía en el mundo y trazar paralelismos entre la lucha contra los  totalitarismos hace 60 años y su actual guerra contra el terrorismo.
 
También mantendrá allí entrevistas con el primer ministro holandés, Jan  Peter Balkenende, que apoyó la decisión estadounidense de invadir Irak en  2003.
 
Desde Holanda, Bush viajará a Moscú para reunirse con el presidente ruso  Vladimir Putin, y el 9 de mayo participará en las ceremonias conmemorativas  organizadas por Rusia, aunque sin pronunciar un discurso.
 
Bush y Putin se llevan bien, pese a que las relaciones entre sus  respectivos países siguen siendo difíciles.
 
"No hay duda de que todavía tenemos unos cuantos malentendidos,  particularmente en el área de la ex Unión Soviética", subrayó Paul Saunders,  director del Instituto Nixon en Washington.
 
"Estados Unidos se ha involucrado mucho más allí y no creo que el gobierno  ruso se sienta muy cómodo con eso o comprenda completamente los objetivos  estadounidenses", agregó.
 
Bush pondrá el dedo en la llaga al viajar desde Moscú a Georgia para  reunirse con el presidente Mijail Saakachvili, cuya llegada al poder en 2003  fue apoyada por Estados Unidos a pesar de las reticencias rusas.
 
Putin afirmó recientemente que "la caída de la Unión Soviética fue la mayor  catástrofe geopolítica del siglo" y la calificó de "verdadero drama para el  pueblo ruso.
 
"Decenas de millones de nuestros ciudadanos y compatriotas se quedaron  fuera del territorio ruso", deploró, al evocar la independencia de las antiguas  repúblicas soviéticas.
 
Según Saunders, "los bálticos se han mostrado como los aliados más sólidos  de Estados Unidos en varios foros internacionales y el presidente (Bush) quiere  agradecerles su apoyo".
 
"En el contexto del 60 aniversario del fin de la guerra, también tiene una  cierta significación viajar hasta allí en medio de los desacuerdos sobre el  pacto Molotov-Ribbentrop", agregó.
 
Este pacto, sellado por la URSS y Alemania en 1939, permitió a los  soviéticos ocupar los países bálticos, que luego pasaron a manos de los nazis  en junio 1941, con el inicio de las hostilidades entre Berlín y Moscú, y en  1945 volvieron al dominio ruso.