El fiscal Miguel Cruz Otero realizó ayer la reconstrucción de los hechos dentro del caso que se investiga en contra de los esposos Patricia Paredes Moncayo y Julio Morante Sánchez, detenidos por los abusos físicos y psicológicos a los que supuestamente sometieron a Orfelinda Salvatierra Sellán, quien se desempeñó como su empleada doméstica durante casi un año.

En la diligencia, además de Salvatierra, de 22 años, estuvieron presentes el abogado defensor de la pareja, Bolívar Vargas, y el representante legal de la joven, Mauricio Freire, así como miembros de la Defensoría del Pueblo.

La reconstrucción se efectuó en la vivienda de los Morante Paredes, signada con el número 48, en la manzana 101 de la ciudadela Urdenor 1, de donde la joven fue rescatada por la Policía, tras las denuncias de vecinos, el 11 de abril pasado.

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La casa se encontraba completamente vacía al momento de la diligencia, lo cual fue cuestionado por el abogado Freire, que defiende a la joven. “No hay ningún tipo de objetos relacionados a tantos hechos punibles”, afirmó.

Al respecto, el abogado Vargas, quien defiende a los esposos, no negó la versión de Freire y más bien aseveró que “no había ningún impedimento para sacar las cosas”.

Mientras tanto, Orfelinda Salvatierra, quien fue dada de alta de la clínica Alborada el fin de semana pasado, revivió durante la reconstrucción los maltratos a los que presuntamente fue sometida por los Morante Paredes.

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La muchacha lloró al recordar los vejámenes y contó que en una ocasión Patricia Paredes, a quien se refiere como “la señora”, “me hizo comer una toalla sanitaria cuando estaba allí”, al tiempo que señala la escalera interior de la casa.

Salvatierra mostró, de rodillas y apoyada en el piso sobre sus manos, la forma en que –según señala– los Morante Paredes la obligaban a bajar por la escalera con un balde de agua al que debía sujetar con sus dientes.

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También comentó sobre las heridas que sufrió en la cabeza y orejas, de las que aún le quedan las marcas. En sus primeras versiones, Orfelinda cuenta que era constantemente golpeada con un martillo en la cabeza y los hombros, y que las huellas en su nariz fueron ocasionadas por un palazo que recibió de Morante.

Además, dijo que fue agredida en el rostro con un paraguas y una plancha caliente, en el pecho con un fierro caliente, en el resto del cuerpo  con zapatos y botellas, y que las deformaciones de sus manos son producto de heridas provocadas con la cacha de un cuchillo y un tenedor. “La mancha que tengo en el brazo fue por una quemadura de una plancha que me la hizo el señor Julio Morante”, agrega.