A cuatro días de las elecciones, el primer ministro británico, Tony Blair, se vio ayer obligado a defender su integridad, cuestionada tras la filtración de un documento oficial sobre su polémico apoyo a la guerra de Iraq.

La publicación de un memorándum confidencial deja entrever su apoyo al plan del presidente de EE.UU., George W. Bush, para forzar un cambio de régimen en Iraq ocho meses antes del conflicto, cuando el líder laborista sostuvo que no decidió ir a la guerra hasta que se le dio a Saddam el último aviso para deponer sus supuestas armas de destrucción masiva.