El viernes pasado, el teleférico pasó la primera prueba con público real. A las 10h00, por lo menos 200 invitados, entre autoridades, periodistas y público en general, pugnaban por subirse en una de las 18 cabinas que viajaron a 18 kilómetros por hora.

Esa era una muestra del interés que despierta este megaproyecto turístico. Ese día también estuvieron varias empresas auspiciantes de esta iniciativa: Confiteca, Alegro, Nestlé, Cervecería Andina, entre otras, que llevaron sus vallas publicitarias, productos y modelos.

Aunque aún no se había dado la señal, mucha gente ya hacía una enorme fila para ser las primeras beneficiarias del viaje, que por esta ocasión era gratuito. El 24 de mayo, cuando se inaugure oficialmente para el público en general,  el costo será de $ 3,50 por persona; pero a los niños y ancianos se les cobrará una tarifa preferencial.

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La primera cabina fue abordada por el alcalde de Quito, Paco Moncayo y Galo Hidalgo, gerente de Prostatus, la empresa concesionaria. Moncayo, tras el viaje, dijo sentirse muy emocionado, pues el teleférico fue un ofrecimiento de su primera campaña electoral y ahora es una realidad. Aseguró que este sitio será un espacio adecuado para que “los forajidos boten toda su adrenalina”, al referirse a los quiteños. La Alcaldía generó la idea y entregó en concesión el terreno en el cual se levanta toda la obra.

Pero varios empresarios concretaron el proyecto con una inversión privada que asciende a 30 millones de dólares. Según el Alcalde de Quito, las instalaciones del proyecto pueden recibir a 90.000 personas diariamente.

En la cima, tras el viaje que dura aproximadamente 10 minutos, en un futuro se podrán encontrar locales comerciales y restaurantes.