En Europa, más de 500.000 alemanes salieron a las calles en cientos de manifestaciones y mítines en todo el país, muchas de ellas en torno a un reciente debate político que acusa a ejecutivos de empresas de incrementar sus ganancias al tiempo que reducen los salarios de los trabajadores y hacen recortes de empleos.
 
¿Qué tan locos nos consideran esta gente?, preguntó Frank Bsirske, jefe del poderoso sindicato Ver.di de trabajadores de servicios a unos 8.000 afiliados que lo vitoreaban en un mítin en Berlín.
 
Durante la noche, 69 personas fueron detenidas después de una fiesta callejera en el este de la capital alemana, que derivó en un disturbio. Jóvenes punk y otros manifestantes arrojaron piedras y botellas a los policías que custodiaban el evento, indicó la Policía. Tres personas sufrieron heridas leves en los enfrentamientos.
 
En la vecina Suiza, extremistas de ultraderecha e izquierdistas se enfrentaron durante la noche en Zurich, arrojándose fuegos artificiales y botellas entre sí mientras la Policía los observaba. En Lucerna ocurrieron choques similares, donde, de acuerdo a la fuerza del orden, se detuvo a unos 50 extremistas, también de ultraderecha.
 
En Moscú, activistas radicales del Partido Nacional Bolchevique y del grupo político Juventudes Rojas Vanguardistas se enfrentaron brevemente con policías antimotines, erigiendo barricadas improvisadas de metal después de que la policía detuvo a varios activistas.
 
Mientras tanto, la Policía antimotines en Manila salió a las calles en medio de rumores de una conspiración el Día del Trabajo para desestabilizar al gobierno, similar a la del 2001, cuando miles de manifestantes derrocaron al ex presidente Joseph Estrada. Sin embargo, sólo unas 5.000 personas participaron en manifestaciones, pacíficas en su mayor parte.
 
Por otro lado, decenas de miles de mujeres de diversos países asiáticos que laboran como trabajadoras domésticas en Hong Kong participaron en marchas en esa ciudad exigiendo un horario fijo y un salario mínimo.

Desde un mítin de 5.000 bengalíes que pedían salario mínimo hasta más de un millón de cubanos reunidos en la Plaza de la Revolución para escuchar a su presidente Fidel Castro, los trabajadores expresaron una amplia gama de exigencias o expresaron su solidaridad en la tradicional conmemoración internacional del movimiento obrero.
 
En La Habana, Pedro Ross, director de los sindicatos comunistas de Cuba, acusó al presidente estadounidense George W. Bush de mantener un   silencio cómplice en el caso de Luis Posada Carriles, que según su abogado está solicitando asilo en Estados Unidos.
 
Hablando antes de Castro en el mítin anual en Cuba por el Día del Trabajo, Ross exigió el arresto inmediato de Posada y su extradición a Venezuela, donde le espera un juicio por cargos de ayudar a destruir con explosivos un avión comercial cubano en 1976, matando a 73 personas. Posada niega haber participado en ese incidente.
 
Mientras que en Buenos Aires, organizaciones sindicales, estudiantiles, políticas y piqueteras (pobres y desocupados) se movilizaban el domingo en  Argentina para conmemorar el Día Internacional de los Trabajadores y exigir un aumento salarial y respuesta al desempleo, entre otros reclamos.
 
Uno de los actos centrales tendrá lugar por la tarde en la Plaza de Mayo convocado por grupos de izquierda y el movimiento piquetero más radicalizado, para exigir un sueldo mínimo de 1.700 pesos (unos 580 dólares), la reducción de la jornada laboral a 6 horas y la actualización de las jubilaciones.
 
Frente a la Casa de Gobierno, los dirigentes sindicales leerán un documento titulado "Contra el gobierno y el imperialismo".