Lo primero que me impresionó fue cómo casi se cae Lucio. No pues del poder. Del helicóptero. ¿No vieron en la tele? Salió de la avioneta a la que los forajidos no dejaron despegar, corrió al helicóptero y, cuando ya se iba a subir, metió la pata (otra vez), se resbaló y casi se cae en el intento. En el intento de escaparse, pues. ¡Qué papelón que hubiera sido que se caiga y no pueda ir al Brasil en el intento! O vaya con la pierna rota. No pues, ahí no hubiera sido un asilado político, sino un asilado del Hospital de la Misericordia y para eso sí creo que hay extradición, sobre todo cuando el problema es de meniscos. ¡Se fregaba!

Otra cosa que me impresionó después primero, fue el Palacio. No pues el Presidente. El Palacio de Gobierno, digo. Si antes era el Palacio de Coronelet (aunque los forajidos decían que en realidad era el Palacio de Cabronelet), ahora es el Palacio del Palacio. Un poco redundante me parece, francamente. ¡Nos vamos a hacer un lío! O sea, cuando tengamos que decir que el Palacio se está desmoronando, no hemos de saber a cuál nos referimos: si al Presidente o al edificio. O, peor, que el Palacio va a entrar a remodelación. No hemos de saber si él mismo se va a hacer un bypass aprovechando que es cardiólogo y no se cobra, o si están encerando el piso y limpiando la fachada. ¡Ay, la sucesión nos está trayendo una cantidad de confusiones! Pero bueno, ya hemos de ir encontrando la manera de usar un lenguaje en que nos entendamos, no se preocupen. Cuestión de tiempo nomás es.

La tercera primera impresión me la ha causado el gabinete. O sea el gabinete de Palacio que está en Palacio, para entendernos. Cómo será de raro, que la Kenny fue a presentar su renuncia y a anunciar que ya no sigue como ministresa de Gobierno. Es que claro, ahí no se ha de sentir muy cómoda que se diga, porque toditos son viejísimos (menos los que son jovencitos, como el de Economía y la ministresa de Turismo) y ella todavía está rozagante. Lo bueno es que, aunque ya no sea la ministra de Gobierno, dijo que los Estados Unidos no han rompido con el Ecuador. ¡Qué alivio! No pues que alivio que no haya rompido, sino que qué alivio ya no esté socapando a un gobierno doblemente rompido, o sea co-rrompido, que me imagino que es lo que quiso decir la embajatriz, acostumbrada a hablar siempre que no tenía que hablar.

La otra primera impresión es que el Palacio (el Presidente, no el edificio) ha cambiado sustancialmente de look, cosa que ya casi ni se le reconoce. Antes, cuando estaba de vice, corría a ponerse el mandil antes de dar su diagnóstico de que el país estaba entrando a la fase terminal. En cambio ahora nos ofrece vestirse con las mesas de diálogo, la Asamblea Constituyente y una consulta popular. ¡Qué pena! Y nosotros que creíamos que en lugar de la banda que dice Mi Poder en la Constitución iba a ponerse el fondendoscopio, lo cual significaba que lo único que le interesaba era el corazón del pueblo. Bueno, pero como él es médico ojalá dé con la medicina para que no nos vuelva a subir la presión y logre mantenernos a todos lejos de la taquicardia. Y del infarto. Y de todo mismo.