El Salvador, Guatemala y Honduras se declararon ayer en alarma regional por la situación.

La crisis política en Nicaragua aumentó de nivel ayer cuando el Congreso demandó al presidente Enrique Bolaños “una urgente respuesta a la crisis energética en el país”, origen del descontento, o su renuncia.

Igual pedido habían realizado el pasado lunes los alcaldes de 96 municipios ante protestas de estudiantes, trabajadores y otros sectores de la población, que se tornaron violentas, con policías heridos, vehículos incendiados y un intento de agresión al presidente Bolaños, que culminó el martes con el apedreamiento de la casa de gobierno y heridas a un hijo del mandatario.

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El jefe de Estado acusa al líder opositor sandinista y ex presidente Daniel Ortega de impulsar las protestas para destituirlo y en un acto sin precedentes en los últimos 15 años ordenó la noche del martes al ejército permanecer alerta  ante las protestas.

Pero el jefe del Ejército de Nicaragua, general Omar Hallesleven, descartó que soldados enfrenten en las calles a manifestantes, pues esa labor “es de la policía”.

Bolaños dijo ayer que en su país no existe un descontento popular parecido al que presionó en Ecuador la salida del presidente Lucio Gutiérrez.

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Afirmó que Gutiérrez “trajo a (Abdalá) Bucaram, buscó que lo absolvieran y se puso a luchar a favor del corrupto. La población se molestó. Ahora hay dos corruptos: uno que decía que luchaba contra la corrupción y resultó más corrupto que el otro”.

Mientras, los presidentes de El Salvador, Honduras y Guatemala están en “alerta máxima” por la crisis en Nicaragua, dijo el gobernante salvadoreño, Elías Antonio Saca.

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El secretario interino de la Organización de Estados Americanos, Luigi Einaudi, instó a las fuerzas políticas de Nicaragua “a resolver sus diferencias de manera pacífica y respetando la Constitución”.