Un estudio que realizaron con ratones ayuda a explicar las crecientes evidencias de que mantenerse ocupado, física y mentalmente, y comer determinados alimentos puede demorar o prevenir la enfermedad que afecta al cerebro.
 
Paul Adlard y sus colegas en la Universidad de California, Irvine, realizaron pruebas con ratones diseñados genéticamente, que a la edad de tres años comienzan a desarrollar obstrucciones de la proteína amiloideo, llamadas placas, y que son características del Alzheimer.
 
La mitad de los ratones fueron colocados en jaulas que tenían pequeñas ruedas o carruseles para que jugaran.
 
En un artículo en el Journal of Neuroscience, los investigadores señalaron que los animales a los que se les permitió hacer ejercicio aprendieron a jugar con un laberinto con agua más rápido que los que estuvieron encerrados sin el carrusel.
 
Cuando sacrificaron a los ratones y examinaron sus cerebros, los científicos hallaron que los animales que se habían ejercitado tenían muchas menos placas y menos péptidos de beta-amiloideo que también están asociados con el Alzeheimer.
 
"Estos resultados sugieren que el ejercicio -una simple estrategia de conducta- en esos ratones pudiera ocasionar cambios en la forma en que se metaboliza la proteína precursora de amiloideo", dijo Stephen Snyder, un experto en Alzheimer del Instituto Nacional de Envejecimiento, que ayudó a financiar el estudio.
 
Otra investigación halló una variedad de actividades físicas, como bailar y caminar, pueden prevenir el Alzheimer, que comer ácidos grasos omega 3 que están en la soya, el pescado y otros aceites puede proteger contra enfermedades, y que algunos fármacos pueden detener el avance del Alzheimer.
 
No hay cura para esa enfermedad, que causa demencia y afecta a unos 4,5 millones de estadounidenses.