La ciudadana española que denunció que fue obligada a prostituirse en una casa de citas fuera de Guayaquil, permanece desde el lunes pasado en un hotel céntrico de esta ciudad a la espera de que la embajada de su país emita el salvoconducto que le permita retornar a España.

La joven de 26 años, quien insiste en que no se divulgue su identidad, afirma que no ha podido dormir bien por todo lo que ha pasado, aunque se siente mejor porque ahora está cómoda en el hotel que la hospeda el Consulado de España y del que no revela el nombre por su seguridad.

“Esto es como una pesadilla de la que quiero despertar en mi país”, dijo ayer la mujer oriunda de la localidad de Manresa y residente de Tarrasa, ambas en Barcelona, desde donde llegó a Guayaquil el 5 de abril pasado.

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Ella acusó a Rubén García, a quien conoció en una discoteca de Barcelona, de haberla mantenido cautiva en una casa de citas y prostituirla con más de 20 personas durante unos diez días, hasta que escapó con ayuda de un cliente.

Describió al acusado como un sujeto de piel morena, aproximadamente 1,65 m de estatura y cabello negro lacio, aunque dijo desconocer si era ecuatoriano o colombiano.

“Me quitó cerca de 300 euros que traje para mi viaje de una semana y me hizo todo eso. Si lo veo lo descuartizo”, dijo llena de ira la joven, quien aseguró que hace un año laboró como carnicera en España.

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Mencionó que en el prostíbulo donde fue retenida había otras cuatro jóvenes, posiblemente ecuatorianas y menores de edad, que también estaban contra su voluntad.

Dijo que no recuerda el sitio porque García y su cómplice, una mujer identificada como Cristina, la drogaban. Acotó que mientras estuvo retenida solo le daban de comer pan y beber agua, por lo que bajó unos 5 kilos de peso.

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En efecto, su rostro luce más delgado que en la foto de su documento de identidad. “Anoche (el lunes) comí tanto. Un arroz con menestra y pollo y ahora tengo el estómago hecho polvo (pesado)”, refirió con un poco de satisfacción.

Luego de  haber escapado de su captor, la joven se hospedó en un hotel del sur de la urbe donde fue auxiliada por la Policía de Migración que la tuvo en sus dependencias el sábado y domingo pasados. Desde el siguiente día la protege el Consulado de España.