Con gran preocupación ha visto el país un nuevo derrame de diésel en el mar de Galápagos. Se trata del encallamiento en la isla Seymour del barco pesquero costarricense Inmarsat I. El percance anterior ocurrió hace cuatro años al buque Jessica; su naufragio contaminó el mar con 240.000 galones de diésel y bunker, en tanto que ahora se trata de unos dos mil galones de combustible.

Coincide este percance con la reciente visita al Archipiélago de un comisionado de las Naciones Unidas que llevó a cabo observaciones acerca de problemas de orden conservacionista, así como de agresiones a la ecología de ese patrimonio universal. Seguro que el Comisionado de la ONU habrá destacado la negativa incidencia de factores políticos en el manejo de las Islas. Existe un choque de intereses entre el sector que defiende y mantiene la ecología del Parque y quienes lo administran en el aspecto político.

Repito lo dicho varias veces en esta página editorial: hay reiteradas contradicciones entre los científicos y los representantes del gobierno local. Ello desarticula el manejo técnico de una región privilegiada y diferente del resto del país, que merece, por tanto, tratamiento especialísimo.

Talvez en ninguna otra parte del país se cambia las autoridades con tanta frecuencia. Ello redunda en la falta de unidad y secuencia de las medidas del gobierno local. Otro aspecto negativo es la pugna por el manejo económico del turismo y la pesca artesanal e industrial. Debe desterrarse para siempre el criterio de que es tan importante el ingreso económico del turismo como el mantenimiento de las prodigiosas fauna y flora.

Si bien en los últimos tiempos ha crecido la convicción general de que las Islas constituyen un bien maravilloso que se debe defender a toda costa, no faltan quienes lo consideran un tesoro natural que les pertenece. Ellos posiblemente sean los organizadores de los recientes paros que tanto han afectado al turismo. Los que reclaman que no exista traba alguna para la pesca con métodos arrasadores como la que tiene lugar con palangre. Sencillamente, parece que aún subsisten los partidarios de la caza furtiva de focas y lobos marinos. También los que capturan tiburones que son lanzados de nuevo al mar, luego de cortarles las aletas. Se comete esta repudiable acción porque hay varios países del primer mundo en los que se atribuye poderes afrodisiacos a dicho apéndice del tiburón.

Otro de los factores que sin duda tomó nota el observador de la ONU es la proliferación de animales ajenos al Archipiélago como chivos, perros y gatos que se comen las crías de animales preciosos como las tortugas gigantes, para citar solo un ejemplo.

Por todo lo anterior y lo que “se me queda en el tintero”, estimo que será muy útil para la supervivencia de las especies animales y vegetales únicos del Archipiélago la visita del Comisionado de la Unesco.