Las aguas que ingresaron a las casas dañaron ropas, enseres y útiles escolares en Manabí.

Desconoce cuándo volverá a dormir bajo techo y le preocupa que las lluvias se incrementen en los próximos días.

Zoila Vélez es una de las decenas de habitantes del callejón Barranco  Pelado (centro de Portoviejo), que tuvieron que abandonar sus casas y pasar las noches del miércoles y jueves pasados en la intemperie esperando que el agua que inundó sus viviendas, desaparezca.

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A sus 73 años, no es la primera vez que tiene que dejar su casa debido a las consecuencias de las lluvias e inundaciones. Con las lágrimas contenidas en sus ojos, recuerda que en 1997 perdió a uno de sus hijos por las secuelas del fuerte invierno.

“En esa ocasión, a mi hijo lo mató la leptospirosis que dejaron las inundaciones. Espero que esta vez nadie se me enferme”, dice.
Hoy, Zoila no es la única que se preocupa por los efectos de las lluvias que están cayendo en Manabí, también lo están 53 familias que residen en el callejón Barranco Pelado.

Después de que las aguas entraron a sus hogares han sacado sus electrodomésticos, muebles y otras propiedades para evitar que se dañen, pero también han perdido ropa, enseres y útiles escolares que hace poco habían comprado.

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En la calle Tres de Mayo a escasos pasos del Puente de la Cruz, los moradores han improvisado covachas en un terreno baldío, para instalarse  con sus pertenencias hasta que el agua baje.

Mónica Pico, de 28 años, es una de las que han tenido que pernoctar en ese lugar. Relata que miembros de la Defensa Civil de Manabí la ayudaron a trasladarse a ese solar y también a los otros siete miembros de su familia.

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“Es terrible. No tenemos agua potable y estamos a la expectativa de lo que la naturaleza decida qué va a pasar con nosotros”, manifiesta mientras ordena los artículos acumulados en el pequeño espacio que le ha tocado en la covacha.

María Bone es otra de las damnificadas, ella salió el miércoles en la noche de su casa inundada, ubicada en la ciudadela La Paz,  a buscar refugio en la escuela municipal Manuel Rivadeneira.

Nerviosa y preocupada por lo que pueda suceder, María, de 28 años, refiere que perdió colchones, útiles escolares y la mayoría de la vestimenta de sus tres hijos.

Ahora reside en una de las aulas de ese establecimiento, cuyo reducido espacio de 10 metros de largo por 6 de ancho sirven para recibir a dos familias.

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Ahí esperará a que cesen las lluvias y se pueda evacuar el agua de su casa para regresar con sus hijos.

Vientos y lluvias
A las 17h00 del lunes pasado el cielo se oscureció y comenzó a llover tan fuerte en la población Convento, ubicada a 70 kilómetros del cantón Chone, que por el viento se caían los árboles, contó Dolores Mero Rodríguez.

“Estaba sola con mis siete hijos en la casa y antes de que pudiera salir,  el agua ya me llegaba hasta la cintura. No sabía qué hacer”, repetía con angustia Mero, de 32 años, que habita en una casa de caña en el barrio San José.

En Convento otras catorce familias perdieron sus vivienda debido al desbordamiento de los ríos Convento, Jama y Gaspar, que crecieron con las lluvias.

Aunque no se reportaron muertes, sí ha quedado mucho pesar por los bienes perdidos y por la incertidumbre de no saber qué más pasará si continúan las lluvias y los fuertes vientos.

Efectos

Sobrevuelo
El prefecto de  Manabí, Mariano Zambrano, y el director nacional de la Defensa Civil, Jorge Grijalva, sobrevolaron ayer la provincia para elaborar un informe de su estado, el que se enviará al gobierno el lunes próximo.

Santa Ana
Según Alfonso Sornoza, encargado del área de planificación del Municipio de Santa Ana, hay cuarenta familias que pueden perder sus viviendas si continúan las lluvias que también ha afectado la comunicación telefónica de la localidad.

Afectados
Las parroquias Honorato Vásquez y Ayacucho, así como el centro de Portoviejo son los más afectados por las lluvias.

Emergencia
Las autoridades de la provincia declararon en emergencia las zonas donde han caído las lluvias.