Los ecuatorianos esperaban ayer la decisión del nuevo gobierno sobre si autorizará la salida a Brasil del destituido presidente, coronel Lucio Gutiérrez, mientras decenas de personas protestan y reclaman su juicio en el país. 

“Lula, amigo, devuélvenos la mula”, “Lucio, Lucio en Mercedes Benz te vamos a llevar directo al penal”, gritaban los manifestantes, que hace dos noches se concentran afuera de la residencia diplomática, resguardada por una cadena policial y rodeada de graffittis que piden “cárcel para el loco”, “Lula no le des asilo”.

“No queremos que se vaya, queremos que lo enjuicien aquí, que no sea como los otros que han huido impunemente asilados a otros países”, dijo Roberto Villamar, un arquitecto de 45 años, en medio del ruido de bocinas y pitos de los manifestantes en la residencia del embajador de Brasil, Sergio Florencio.

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Villamar dijo que el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva no debería permitir que huya “el cobarde”, al comentar que protestó toda la noche del jueves y que seguirá en vigilia para impedir la “fuga”. Sin embargo, el nuevo ministro de Gobierno, Mauricio Gándara, dijo que la cancillería deberá tomar la decisión sobre el salvoconducto requerido para que Gutiérrez pueda salir del país. Pero admitió en una entrevista radial que al gobierno no le queda otra alternativa que otorgarlo una vez que Brasil dio el asilo.

Gutiérrez, el tercer presidente ecuatoriano destituido en los últimos ocho años, pidió asilo luego que una multitud enardecida le impidió salir del país, tras una semana de violentas protestas que llevaron a su destitución por “abandono del cargo” y a la juramentación del vicepresidente, Alfredo Palacio.

El nuevo gobernante comenzó desde el jueves pasado a nombrar a sus ministros y colaboradores en un esfuerzo por restaurar la estabilidad política, aunque aún sortea pequeños focos de protestas y críticas internacionales sobre la constitucionalidad de la destitución de  Gutiérrez.

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