La Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) debutó en el teatro Colón de Bogotá, la noche del pasado martes. El nivel de los músicos ecuatorianos fue largamente aplaudido por los casi 900 asistentes que abarrotaron el tradicional auditorio.

El espectáculo se dividió en tres partes: la primera, rica en ritmos y emociones variadas, con la presentación de la obertura, la suite Aborigen y Rumiñahui; la segunda, con la Sinfonía Nº 4 de Tchaikovsky; y la tercera, de tres canciones más, a petición del público.

Muchos de los músicos estaban incrédulos. Creían que los aplausos provenían de compatriotas. Estaban convencidos de que el teatro estaría repleto de ecuatorianos emigrantes. Pero no, había más colombianos.

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Esos aplausos confirmaron el  nivel de la OSN, que ayer viajó a San José, donde se presenta hoy en el Auditorio Nacional, en su segunda gira internacional, que el sábado la llevará también a Caracas. Desde el inicio, la obertura Carnaval, del checo Dvorak, mostró que la noche sería diferente, que el repertorio estaba pensado para que el público se mantuviera a la expectativa.

La recepción de los bogotanos a las obras de compositores ecuatorianos fue significativa. La gente trataba de llevar el ritmo en piezas como la suite Aborigen, de Luis H. Salgado, o el poema sinfónico Rumiñahui, de Álvaro Manzano. Y se dejaban sorprender por la variedad y riqueza musical de las obras.

La sinfonía de Tchaikovsky resultó una  demostración de la calidad interpretativa de los músicos. Estudiantes de música aplaudieron la manera en la que fue interpretado el tercer movimiento de la obra, pues las notas llevaban un sutil aligeramiento.

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Luego, el maestro Manzano, director musical de la OSN, indicó que tocarían el Andarele, una canción típica de la costa norte de Ecuador. El tema fue interpretado con marimba, lo que sorprendió a los asistentes.

La parte que se robó el corazón de los bogotanos fue cuando oyeron los primeros compases de Navidad negra, una cumbia cadenciosa y bella. Pero había una sorpresa más, para los compatriotas que asistieron al  Colón: un popurrí que se inició con los lentos compases de Vasija de barro. Lágrimas y aplausos.