Tropas gubernamentales apoyadas por vehículos blindados se dirigían por una vía montañosa ayer hacia este pueblo bombardeado para romper el asedio que mantienen desde hace una semana rebeldes fuertemente armados, que no planean retirarse.

Más de la mitad de los 3.000 habitantes regresaron desde refugios cercanos, solo para partir horas después en medio de reportes de un posible ataque de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) por la tarde.

Los guerrilleros ya han atacado Toribío dos veces desde el jueves pasado y ahora controlan las vías de acceso a esta población indígena, enclavada en las montañas.

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Docenas de policías y soldados que llegaron de forma previa en helicópteros patrullan el pueblo parapetados en las murallas, marcadas por huecos de balas, para evitar a los francotiradores guerrilleros.

El asedio representa un desafío mayor para los esfuerzos del presidente Álvaro Uribe para intentar imponer orden en esta nación sudamericana. Uribe personalmente viajó al pueblo el pasado viernes para asegurarle a los habitantes que estarían seguros y llamar a los rebeldes cobardes.

Una columna de vehículos blindados se dirige hacia el lugar para romper las líneas rebeldes y dejar más tropas de refuerzo, afirmó el mayor Álvaro Moya, quien supervisa las operaciones militares en el pueblo asediado. El oficial espera que los guerrilleros se pierdan en la vegetación cuando las tropas de tierra empiecen a presionarlos.

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Pero los rebeldes parecen tener la misma determinación.

La Cruz Roja colombiana envió ayuda alimentaria hacia el poblado indígena, tras una colecta realizada en Cali.