Aidé Barahona, directora de la escuela fiscal mixta Nº 107 Carmen Pita Solís, situada en Los Vergeles, en el norte de la ciudad, comenta que gran parte de las bancas que poseen son donaciones del colegio Albonor y de la Academia Naval Guayaquil.

“Por eso es que los diseños de los pupitres son diferentes. A medida que se van llenando los cursos vamos reparando las que tenemos en el patio”, señala la directora.

Comenta que con los fondos de la contribución voluntaria que se pide a los padres de familia ($ 25, sea que tenga 1 o más  niños) se han hecho adecuaciones en el techo, aunque aún  hay partes que tienen huecos; también en el mantenimiento de las paredes y mobiliario.

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Las aulas de cuarto y quinto año de básica están juntas y no tienen división. De eso, comenta que la próxima semana se instalará una pared de madera para separarlas.

Algunas aulas conservan las pizarras de tiza, que han sido reemplazadas por pequeñas pizarras acrílicas. Barahona explica que puede ser antipedagógico tener pizarrones chicos porque no se puede escribir con letra muy grande, “pero esperamos poder comprar este año unos más grandecitos”.

De la reparación de las baterías sanitarias se encarga el Municipio y la Universidad de Guayaquil. Según Barahona, la obra está previsto que finalice en diez días.

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En la escuela fiscal República de El Salvador, en El Limonal, junto a la autopista Terminal Terrestre-Pascuales, en el norte, la situación es calamitosa.

El pasado lunes ingresaron a clases cerca de 90 niños, quienes debieron estar parados o sentados, muy apretados mientras repasaron lo visto en años anteriores.

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Solo dos aulas del plantel están construidas. Faltan bancas y baterías sanitarias.