El repicar de las campanas de las iglesias del Centro Histórico de Quito que anunciaban ayer la elección del nuevo papa Benedicto XVI, confundió a los militares y policías que custodiaban el Palacio de Carondelet. Minutos después del desconcierto, centenares de fieles se volcaron a las iglesias para rezar por la designación del nuevo jefe de la Iglesia Católica.

A las 11h30, justo cuando en el Vaticano se iba a anunciar el nombre del nuevo Pontífice, los campanarios de la Catedral, La Compañía, La Concepción y La Merced, las iglesias más cercanas al Palacio Presidencial, empezaron a sonar y los militares supusieron que se trataba del anuncio de una o varias marchas hacia la Plaza de la Independencia.

El nerviosismo fue tal que los oficiales encargados del operativo de resguardo ordenaron la colocación de las denominadas concertinas (alambradas de púas), en los principales accesos al complejo presidencial y prohibieron la circulación de personas.

Publicidad

Después de diez minutos de ajetreadas carreras y de enfáticas disposiciones, los militares se informaron que las campanadas no anunciaban un ataque contra el Gobierno, sino la elección del sucesor de Juan Pablo II.

Entonces, decenas de fieles se congregaron en los almacenes de electrodomésticos y en restaurantes, para ver la señal televisada desde el Vaticano y observar las primeras imágenes del papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, que bendecía a los presentes en la plaza de San Pedro.

En Guayaquil no hubo repique de campanas pero la gente estaba atenta a las transmisiones televisivas.

Publicidad

Mientras, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) señaló que ve con buenos ojos la elección del cardenal alemán Joshep Ratzinger, Benedicto XVI, como nuevo Papa.

Monseñor Néstor Herrera, presidente de la CEE, calificó a la elección del nuevo Papa como una señal positiva que refleja la comunión de criterios entre los integrantes del cónclave.

Publicidad

“Vemos en el Santo Padre al sucesor de San Pedro y obedecemos sus directrices que estamos seguros, serán de continuidad a las establecidas por Juan Pablo II de quien fue su colaborador más cercano”, manifestó.

Eugenio Arrellano, vicepresidente de la CEE, cuestionó que Ratzinger pertenezca a la línea más ortodoxa de la Iglesia. Esas clasificaciones, aseguró, no siempre coinciden con la verdad.