Nuestros niños, ¿quién sale a las calles por ellos? La inconstitucionalidad, palabra que se ha prostituido y se ha acostado con algunos corruptos, está de moda.

Bien se ha dicho que Ecuador es tierra de nadie, aunque los dueños quieren ser los inmigrantes que vienen huyendo de la guerrilla, y las poderosas naciones que tienen sus bases militares asentadas en nuestro territorio.

Vivimos en un caos social casi anárquico. Solo aquí se inventan leyes y dan órdenes que por lo general nadie se toma la molestia en obedecerlas.  Se habla de un paro nacional y algunos se rasgan las túnicas como Caifás, hablando de una nueva nación que debe surgir aunque haya sangre. Sin embargo, se han prostituido y asesinados los derechos de los niños. En nombre de ellos se elaboran leyes para protegerlos, pero todo queda en buenas intenciones.

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Muchas escuelas y colegios son sitios carcomidos por la polilla, podredumbre de sus  pisos, bancas sucias y techos destartalados. ¿Quienes han preparado un paro nacional saldrán a las  calles a favor de los niños?

La inversión que hace el Gobierno por la educación y la salud es apenas perceptible, invertir en ellos no será nunca una buena elección. ¿Por qué?,  porque nuestros niños comenzarán a leer, observar, comparar, discernir, y a elegir mejores opciones en un futuro donde serán los únicos portadores de su presente.

La Municipalidad de Guayaquil acertadamente hizo la entrega de libros a las escuelas fiscales y fiscomisionales en forma gratuita. Bien por nuestros niños; es hora de retribuirles el pago de nuestros impuestos.

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Mi preocupación lacerante es también por los niños que viven, duermen y trabajan en las calles. La delincuencia acecha con más furor que nunca, las drogas y violaciones están como platos listos para ser servidos. No en vano la ciudadanía marchó pacíficamente por la seguridad de Guayaquil, pero, ¿quién sale a las calles a favor de esos niños que viven a expensas de cualquier peligro?, ¿quién hace huelgas y paraliza al país hasta que nuestros estudiantes tengan un edificio, mobiliario y servicios higiénicos decentes, o para que no quede algún niño en la calle vendiendo, trabajando, o durmiendo?

Algunas instituciones laboran a favor de nuestros niños sin pedir nada al Estado. Cabe reconocer la generosidad de personas caritativas que de su propio pecunio ínfimo, ayudan a menores desposeídos; sin embargo, no se alcanzan.

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Estas acciones son dignas de ser imitadas. Es necesario volver la mirada a estos seres, esperanzas de una sociedad descompuesta y desquiciada. Estos seres deben disfrutar plenamente de todos sus derechos, se les debe considerar un trato especial  para que puedan gozar del amor de Dios, pues serán los individuos que forjarán los destinos futuros de una mejor familia, y los caminos de una mejor nación encaminada a la salvación del hombre.

María Elena Godoy Zúñiga de García B.
Guayaquil

Se inició un nuevo ciclo escolar en la Costa y cientos de niños pobres no pueden asistir a clases, otros raquíticos con caras pálidas, cargados de problemas psicológicos causados por la desnutrición, insalubridad, miseria, y maltratos en sus hogares, asisten y se han encontrado con un panorama lúgubre por el estado de sus escuelas y colegios que más parecen cárceles que centros educativos.

La situación se agrava por la incapacidad económica de ellos para adquirir sus útiles escolares.

Pido al personal docente mucha comprensión, afecto y preocupación por aquellos chicos de mala conducta y bajas calificaciones; incentívenlos a amar a Dios, a sus padres, a la patria, la moral, los estudios, base fundamental para convertirlos en hombres de honor con capacidad de servir por el bienestar del Ecuador.

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Lo más execrable es el quemeimportismo de los políticos y gobernantes corruptos de turno en mejorar la educación.

Héctor García Rivera
Guayaquil

Una de las más bellas cualidades del ser humano es la grandeza de su espíritu. Pregunto, ¿cómo se mide “la grandeza del espíritu”? La medida está dada por  la benevolencia y comprensión a los demás, por las obras caritativas en beneficio del que las necesita.

Por ejemplo, podemos ayudar a un padre de familia agobiado por su falta de recursos al no poder dar de comer a sus hijos o no conseguir trabajo; o a niños abandonados a su suerte que no tienen alimento ni educación, ni techo que los cobije.

Cuando se sirve al necesitado se mide la grandeza del espíritu altruista, humanitario, pero cuando se aparece en periódicos, revistas, televisión, realizando entrega de juguetes (adefesios) y se habla pomposamente de la obra que se realiza, se quiere aparentar una “grandeza de espíritu” que no se siente ni tiene.
Es simplemente vanidad y simulación.

El más grande hombre que pisó la tierra jamás dijo a quién curó ni a quién dio algo; sus discípulos se encargaron de contar su grandeza, sencillez y bondad infinita del amor al prójimo. Seamos grandes de espíritu sirviendo con mucho amor, y jamás brindemos feos espectáculos de publicar, cuando hacemos el bien.

Ab. Enrique Icaza Sotomayor
Guayaquil

Gran asombro causa ver a lo largo y ancho de Guayaquil y del resto de las ciudades del Ecuador, a una gran cantidad de niños huérfanos, harapientos, abandonados, deambular sin rumbo por las calles día y noche, expuestos a la peligrosidad de la delincuencia.

Esos niños cuando lleguen a edad adulta serán el gran ejército de desocupados y el génesis de la delincuencia. Unos cuantos de ellos realizan trabajos incipientes y otros piden monedas para su lánguida subsistencia.

Para corregir este mal social es necesario que intervengan organismos de asistencia social privados y gubernamentales, para hacer una regeneración humana, recuperarlos y convertirlos en entes productivos de nuestro país.

Ing. Gilbert Florencio Ortega Calderón
Guayaquil