El refuerzo de la frontera norte, sin un claro planteamiento y sustento público de la política de defensa y seguridad, está pasando de la  especulación de la opinión pública a la conformación de un injusto estereotipo de participación del Ecuador en el conflicto colombiano.

Los estereotipos se basan por lo general en informaciones incompletas, carentes de fundamento, o en suposiciones que por lo general conducen a la conformación de perjuicios y de actitudes negativas en contra de las instituciones y de la acción política, con lo cual se agrava la incertidumbre y se hace realidad el escenario catastrófico. 

Es muy difícil establecer correlación entre el desempeño profesional y sacrificado de nuestras FF.AA., especialmente en la frontera, con hechos de especial connotación e incoherencia, que dan cabida a interpretaciones simplistas. Por ejemplo, la visita al Ecuador de un alto jefe de las FF.AA. de los Estados Unidos se tergiversa con un comprometimiento ecuatoriano con el eje Estados Unidos-Colombia para resolver el conflicto interno colombiano.

El reclamo de las FARC al Gobierno para que cumpla con lo que habían convenido,  plantea la sospecha de  un acuerdo de no-agresión. Mientras tanto, las amenazas a la población en la frontera norte, las incursiones y formación de bases clandestinas de grupos  ilegales armados a nuestro territorio, que han sido desconocidas por el Ministerio de Defensa, se prestan para que la opinión pública internacional interprete como tolerancia a la presencia y acción de grupos ilegales armados de Colombia en suelo ecuatoriano.

El silencio indolente en los temas de defensa y seguridad erróneamente les hace pensar que con no pronunciarse se puede eludir compromisos, en una frívola manifestación de neutralidad; ignorándose que los vacíos políticos son llenados con la expresión de otros intereses o de quienes hacen del silencio una prueba de aceptación de los intereses de quienes sí los manifiestan.

El mejor ejemplo es el agradecimiento del presidente Uribe al Ecuador por el apoyo a la lucha antiterrorista. La inexistente aceptación, réplica o aclaración, da pábulo a considerar que  hay un acuerdo para la lucha antiterrorista en función de los intereses colombianos, cuando más bien el Ecuador se pronunció con absoluta claridad en la reunión de Cancilleres y Ministros de Defensa en marzo del 2003, rechazando considerar como terrorista a ningún grupo ilegal armado de Colombia.

Es absolutamente erróneo pensar que el Ecuador no tenga una política de seguridad relacionada con el conflicto colombiano. El Consejo de Seguridad Nacional, reunido el 13 de marzo del  2000, antes de que se publicara el Plan Colombia, determinó una política de seguridad de la frontera norte, y entre uno de sus planes sucedáneos estableció el Plan de Desarrollo Integral Fronterizo por ser aplicado a partir del 13 de abril del mismo año, según consta en el Registro Oficial 640 del 3 de agosto.

Desde entonces varias reuniones presidenciales han clarificado los términos concretos de la cooperación binacional para la lucha contra las drogas, el trafico ilegal de precursores químicos, armas y explosivos, como la Declaración de Esmeraldas, del 15 de octubre último, en la que ambos países instruyeron a sus ministros de Defensa en la aplicación de mecanismos que permitan coordinar la actualización de la cartilla de seguridad para las unidades fronterizas. Sin embargo, es más fácil guardar silencio para evitar  rendir cuentas, aunque se beneficien de ello los actores del delito y se consoliden estereotipos que nos vinculen a la revolución que se usa como fachada de espanto, pero que en el fondo es lo que aspiran.