La agrupación  ofrece hoy un concierto en el Teatro Sucre.   Luego, 72 músicos de este grupo realizarán una gira por tres países latinoamericanos.

Álvaro Manzano  es uno de los más prestigiosos directores de orquesta del país y de Sudamérica, tanto que ha dirigido a las sinfónicas de otros países. Esta noche toma la batuta de la Orquesta Sinfónica Nacional, en el Teatro Nacional Sucre, y desde el domingo se lleva setenta y dos músicos a una gira por Colombia, Costa Rica y Venezuela.

El director dice que les exige a sus integrantes más allá de lo posible, y que lo logra porque no trata con simples ejecutantes de instrumentos, sino con personas maravillosas.

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Pregunta: ¿Cuál será el repertorio de la Orquesta Sinfónica Nacional?
Respuesta: La gira llevará un programa meticulosamente preparado, que incluye repertorio universal y ecuatoriano. La obra grande que vamos a poner en escena es la Sinfonía Nº 4 de Tchaikovski. Además, llevamos algunas sorpresas si el público lo requiere.

P: ¿Cuánto tiempo han ensayado?
R: Cerca de dos semanas y media. Es un tiempo suficiente para llevar a un buen nivel la ejecución de las obras.

La Sinfonía de Tchaikovsky es una obra complicada, porque tiene pasajes absolutamente virtuosos para todos los instrumentos. Es difícil para que cuaje.

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P: ¿Cuánto pesa la mano del director en la interpretación de una obra?
R: La mano del director es vital. Sin ella sonará al parecer de cada uno de los músicos. El director unifica criterios. En la partitura está escrito todo: están las notas y la fuerza con las que se supone que se quiere que se toquen las notas y la velocidad, pero no están detalles cómo la velocidad exacta. Son cosas que se van recreando. Es imposible que se repita una interpretación.

P:
¿En su obra Rumiñahui, que será parte del repertorio de la gira, ha cambiado partes?
R: Yo no me he permitido retocar esa obra que es representativa de esa época. Ya me he alejado de ella, ya no la considero mía. Está ahí, tiene todas las indicaciones posibles.

P: ¿Hay que explicarle al público de otros países las diferencias de un yaraví o de otro ritmo ecuatoriano que se interpreta en su obra, Rumiñahui, por ejemplo?
R: Pienso que en cierto modo puede ayudar. La ventaja de la música es que no es algo que haya que entender. No es un idioma concreto, es una cuestión abstracta que no se pretende que se comprenda, sino que se perciba. Se quiere que la gente reaccione con esa enorme carga de niveles sentimentales. Eso es todo, la gente no debe saber de qué se trata, sino simplemente sentarse, disfrutar y sufrir con la música, convivir ante la buena ejecución de un instrumento.

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P: ¿Cuánto les exige a sus músicos?
R: Hay que tener una exigencia que llegue al límite de ya no poder más. Esto se está logrando, yo debo sentirme muy contento de los músicos que la Orquesta Sinfónica Nacional ha despegado.

P: ¿Qué tal es tratar con setenta y dos músicos?
R: Es una experiencia muy especial. Obviamente, sé que no estoy dirigiendo simplemente a músicos, sino a personas maravillosas que tocan diversos instrumentos. Esa es la premisa para que todo salga bien..., eso da seguridad y que aporten a una causa noble como es la música.

NOTAS

LA DESPEDIDA
La Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) tocará hoy, en Quito, en el Teatro Sucre, a las 20h30.
Los músicos partirán el domingo a Bogotá. Allí se presentarán el martes 19 de abril en el afamado teatro Colón; el jueves 21, la agrupación tocará en el Auditorio Nacional, en San José, Costa Rica. Su última presentación se efectuará en la capital venezolana, Caracas, en el Teresa Carreño, el sábado 26 de abril.

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