Las tasas de interés han bajado, lo que posibilita financiar la compra de una vivienda. Y su ubicación se convierte en lo más importante. Conozca qué es lo que prima en los guayaquileños cuando buscan un sector para vivir.

Hasta hace algunos años, los sitios para vivir en Guayaquil eran contados y se ajustaban a la población del momento. Pero en la última década la urbe guayaquileña ha tenido un crecimiento considerable, que ha justificado el surgimiento de varias opciones inmobiliarias que se direccionan hacia diversos puntos, incluso fuera del perímetro urbano.
 
Y en estas nuevas alternativas que oferta el mercado, el primer requisito que buscan los compradores de diversos sectores sociales al momento de cotizar una vivienda en determinado sector es la seguridad, la tan ansiada seguridad es lo que lleva  a muchos guayaquileños a invertir en un bien inmueble, de diversos precios, infraestructura y zona de ubicación con las exigencias de las urbanizaciones modernas.
 
Samborondón, vía a la costa, Ceibos, Las lomas de Urdesa, Kennedy Norte, Urdesa Norte, Garzota, Samanes y el área de la vía Daule son los principales sectores seleccionados para vivir.
 
Aunque las preferencias habitacionales son variadas, Samborondón sigue ocupando el primer lugar.
 
Así lo evidenció Diana Sánchez, de  26 años, quien vive en  Bellavista y manifestó que en un futuro escogería alguna urbanización de Samborondón, debido a la seguridad y tranquilidad que según  ella ofrece.
 
El Ing. Andrés Ortega, encargado del Marketing de la promotora inmobiliaria Terra Bienes, indicó que sus clientes escogen Samborondón porque desean una buena vivienda en cuanto a calidad y diseño, adecuadas vías de acceso, cercanía a los colegios y que se ubique dentro de los polos de desarrollo.
 
Ortega mencionó como dato importante que el barrio del Centenario se está rehabilitando de manera atractiva en la venta de casas y a precios muy cómodos, e informó que el centro de Guayaquil es seleccionado por solteros y divorciados que prefieren un lugar pequeño y sencillo.
 
“Todos apuntan hacia Samborondón, porque buscan seguridad,  colegios para sus hijos, tienen el dinero para hacerlo y además les otorga cierto nivel y estatus”, acotó Leticia Varas de Chiriboga, agente independiente de Bienes Raíces desde hace 23 años.
 
Varas indicó que el área de bienes raíces debe darle importancia a la vía a la costa, ya que para ella el futuro inmobiliario está ahí.
 
Respecto de esta vía, se observa un crecimiento significativo, así lo demuestran los conjuntos  residenciales actuales, los colegios edificados en los últimos meses y los proyectos comerciales que indican su desarrollo y futuro a corto plazo. Ese futuro es el que rescata el Ing. Rubén Chalela, gerente de Corporación Inmobiliare Internacional, quien afirmó que el cliente  de la vía a la costa reflexiona mucho sobre el entorno, piensa en la educación de sus hijos y la proyección del lugar.
 
Vanesa Fernández, de 32 años y maestra de colegio particular, enfatizó que debido a su condición económica ella y su esposo no pueden acceder a una vivienda en sectores exclusivos y que el área de la vía Daule se acoge a su presupuesto y planes de financiamiento.

El sociólogo Rubén Aroca expresa su opinión sobre el movimiento mobiliario actual. El afirma que en principio todo se mueve con la dolarización y la estabilidad monetaria que permite, hasta cierto punto, realizar planes de inversión a determinados plazos. Por otro lado, la estabilidad macroeconómica, relativa en cierta forma, ha provocado una importante recuperación de la clase media, tan venida a menos en los 90. Este proceso se observa aproximadamente, surgiendo y creciendo, desde el 2001. En consecuencia, ciertos negocios, como el inmobiliario, ha empezado a tener movimientos interesantes. 

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Desde el punto de vista de los tipos de oferta más apetecidos, la clase media tiene varios referentes simbólicos sobre los cuales tomar decisiones. En primer lugar, el relacionado con la típica ambición de la cultura de masas (casa amplia, buen coche, vacaciones anuales) que encuentra sus patrones en las series de TV y películas de moda donde se muestra una cierta estética del cómo debe ser el hogar: en este sentido estaría relacionado con el crecimiento del consumo de televisión por cable. En segundo lugar, se busca que el propio lugar en donde se vive sea ya un indicador de estatus: no solo es el cómo, cuenta, especialmente, el dónde. En tercer lugar, hay que ver esta selección de sectores en donde se desea vivir desde la perspectiva de la violencia urbana y en una especie de consolidación del discurso de la inseguridad impulsado desde varias esferas. El imaginario de la peligrosidad urbana ha calado lo suficiente en la clase media como para que este elemento se convierta en un factor determinante como parte de una oferta habitacional.

Sea cual fuere la zona que usted elija para comprar una vivienda, las constructoras se preocupan de manera responsable de entregarle un producto de excelente infraestructura en un ambiente agradable con espacios de recreación para sus hijos, club y sobre todo seguridad.

Y es meritorio terminar esta nota mencionando que el espíritu visionario de sectores comerciales apuntan a cuidar a todos sus clientes. Los bancos, colegios y centros comerciales y de abastos llegarán a todos los guayaquileños sin importar el lugar o qué tan lejos ellos residan.