La grave crisis institucional que hemos estado padeciendo y seguimos sufriendo, como todo evento de esa naturaleza, puede servir a nuestra colectividad ecuatoriana para salir fortalecida.

Es una oportunidad que no debemos dejar pasar sin extraer de ella lecciones positivas que impidan que empeoremos o se convierta en recurrente.

Algo que me ha llamado la atención es la incorporación al debate jurídico y político de nuevos actores, particularmente jóvenes, que parecen dispuestos a lograr el respeto general, por su formación y su forma de expresarse.

También he apreciado que en ciertos ambientes sociales donde normalmente las cuestiones atinentes a la política pasan desapercibidas ahora se generan discusiones y debates interesantes.

Particularmente me resulta aleccionador leer gran parte de las expresiones de ciudadanos de diferente origen, unos en el país y otros desde el extranjero, que emiten sus criterios en la página de opiniones que edita EL UNIVERSO.

Existe un fermento apropiado para que mujeres y hombres de nuestra patria se decidan a intervenir como actores y no como simples comparsas en las cuestiones que atañen a su destino.

Creo que estamos ad portas de uno a varios alumbramientos de movimientos y partidos políticos serios, con un ideal claro, con planes de gobierno nacional y seccionales que sean factibles y no simples ofertas demagógicas de campaña.

Si fuera así, se podría afirmar que “no hay mal que por un bien no venga” o que “después de la noche llega el día”.

Espero que esta percepción no sea una mera ensoñación. En todo caso, es menester que cada uno de nosotros, usted y yo, sobre todo, postulemos constantemente la necesidad de no considerar a la política como algo ajeno a nuestro diario vivir.

¡No, la política es algo consustancial con cada ser humano! Tenemos que sentir y vibrar con la política, según el carisma, los dones y las posibilidades de cada uno.

Hay que tener presente que una de las debilidades de la democracia es que las minorías organizadas y sin escrúpulos pueden engañar y convencer a las mayorías y convertir sus intereses egoístas en realidades sacramentadas en leyes y reglamentos, de las que medran en perjuicio del pueblo que sigue siendo explotado.

Debidamente alertados, actuemos contra todo aquello que implique lesión o menoscabo de derechos, además de exigir a los gobernantes el cumplimiento de sus deberes y particularmente el de rendir cuentas de su gestión.

Hay mucho por hacer. ¿Habrá más involucrados en buscar las mejores soluciones a nuestros conflictos sociales? ¿Habrá mayor participación política?
¿Sería tan amable en darme su opinión?