Una lonchera con suficientes nutrientes evita a los menores graves complicaciones en su desarrollo.

Juan Carlos tiene 6 años, estudia en una de las escuelas privadas de la ciudad, y pese a su edad lleva un dólar al plantel para  comprar el lunch.

“Me alcanza para comprar un combo de hamburguesa o una pizza con un vaso de cola, con eso ya me lleno hasta llegar a  la casa”, dice el niño.

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La alimentación de sus hijos es primordial para la mayoría de los padres de familia. En casa se pretende cuidar que  sea balanceada y equilibrada, coinciden madres consultadas, pero en la escuela el cuidado queda fuera de su control y se vuelve una responsabilidad del plantel o de los alumnos. Ellos, en muchos de los casos no saben decidir lo que deben comer y eligen lo que más les gusta. 

Ciertas escuelas y colegios privados, como el Steiner, Torremar o Balandra, dan a los padres listados de alternativas para lograr una lonchera nutritiva, otros ofrecen menús balanceados, pero en los planteles, la comida de los bares no brinda variedades equilibradas para sus consumidores.   

En los bares de las escuelas las posibilidades de encontrar comida saludable es casi nula: salchipapas, hot dogs, hamburguesas, pizzas y gaseosas,   son los favoritos de los niños.

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La lonchera la aceptan los más pequeños, pero los más grandes compran generalmente sus refrigerios.

Mariuxi Egas Miraglia,  nutricionista, señala que los bares, como negocios que son, ofrecen los alimentos que niños y jóvenes prefieren.

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Egas explica que para crear una cultura nutricional en los colegios es necesario instruir a los chicos para que conozcan cuáles alimentos tendrán que consumir en la escuela. 

Señala como ejemplo al Municipio de Guayaquil, que  ofrece, dentro de su plan de salud, instrucción para los infantes y creó textos didácticos para las escuelas fiscales, municipales y fiscomisionales y cuatro particulares donde se incluyen capítulos de nutrición para los menores.

“Para que los alimentos que se ofrecen en los bares cambien, es necesario que los niños aprendan el valor nutritivo de lo que comen”, acota.

Las madres que trabajan, debido al tiempo que representa en la mañana ocuparse de la lonchera, optan por comprar fundas de alimentos fritos procesados (papitas, plátanos o yuca) que se expenden en los supermercados.

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Egas señala que si se toman  precauciones higiénicas en la elaboración  de comidas la noche anterior, será una alternativa para ganar tiempo cuando se prepara la lonchera. 

En algunos planteles fiscales como el Jardín Nº 4 Carlota Ayala de Ycaza, la maestra Elsa Andrade, al iniciar el año lectivo especificó a los padres que la formación de sus hijos no es solo mental, y les pidió enviarles alimentos ricos en vitaminas, no  artificiales.

“Traten de enviarles sándwiches pero varíenlos, a los niños no les gusta comer todos los días lo mismo, también frutas y cereales”.

Reina de Rubio, nutricionista, dice que los preescolares   tienen el aparato digestivo irritable y consumir comidas procesadas o congeladas puede provocarles gastritis.