Miles de personas aguardaron durante horas en la plaza de San Pedro para visitar la sepultura de Juan Pablo II en las grutas del Vaticano, que se convirtió a partir de este miércoles en el nuevo atractivo turístico de la Ciudad Eterna.
La apertura de las puertas a las 07h00 (01h00 hora de Ecuador) provocó incluso carreras entre los peregrinos que esperaban a las puertas de la basílica desde la madrugada para ser los primeros en llegar ante la tumba.
"Hemos tenido mucha suerte de estar en Roma hoy, justo el día de la apertura de la cripta", asegura Josephyne Faure, que ha venido con un grupo de católicos desde Angulema (centro de Francia)".
"Suerte hubiera sido poder ver al Papa vivo", le corrige una compañera de viaje.
La colorida fila que espera para llegar ante la tumba de Juan Pablo II comienza en el centro de la plaza de San Pedro, atraviesa la basílica por un patio interior y accede a la cripta por una pequeña puerta lateral.
Entre las personas que llegan a las grutas vaticanas no se deja sentir la devoción de los días pasados. El triste vacío dejado por la muerte del Papa se ha visto sustituido por la expectativa que provoca su sucesión, que se decidirá en el Cónclave de la semana que viene.
La mayoría de los visitantes son turistas, y no peregrinos, que incluyen la tumba del Pontífice en su programa, de la misma forma que irán hasta el Coliseo o la Fontana di Trevi.
Algunos ni siquiera sabían que la cripta abría sus puertas el miércoles por primera vez, pero una vez en la plaza de San Pedro deciden hacer la fila mientras se hacen fotografías con la Guardia Suiza o entre la multitud que aguarda la entrada.
Ante la sepultura, solo algunas ancianas estallan en llanto y se arrodillan algunos segundos para rezar.
"Soy vieja, vivo aquí. Dejénme quedarme un poco. He visto muchas veces al Papa", suplica una mujer italiana a los guardias que custodian el lugar y le obligan a alejarse rápidamente de la sobria tumba de mármol blanco sobre la que se ha escrito "Ioannes Pavlus PP II 16.X.1978-2.IV.2005".
Los peregrinos no pueden depositar ramos de flores debido al reducido espacio de esta pequeña capilla abovedada, pero dejan improvisados mensajes escritos a mano, dibujos de niños o postales de sus lugares de origen.
Inexplicablemente, en dos cestos de mimbre algunos depositan dinero: billetes de 10, 20 y hasta 50 euros abandonados en el corazón de la iglesia más rica del mundo.
La inmensa mayoría ignora la preciosa historia recogida en este subsuelo del Vaticano, donde según la tradición fue enterrado San Pedro y tienen también su última morada los Papas más queridos y más polémicos de la Iglesia e incluso hasta dos mujeres (la reina Cristina de Suecia y Carola de Chipre).