El título de este artículo no es desautorizado préstamo del eslogan del Alcalde de Guayaquil, sino que lamentablemente es la frase con la que concluye su informe la misión internacional de derechos humanos que estuvo en el Ecuador. Pues, deja claro que su vigilia no puede terminar. Demasiado peligro. Demasiado riesgo a la libertad.

Los representantes de la misión desmintieron tanto al Presidente del Congreso, quien afirmara que dicha misión recomienda una comisión de la verdad para investigar casos de violaciones de derechos humanos en gobiernos anteriores, como al asesor jurídico del coronel Gutiérrez, quien ante las preguntas de los expertos dijo que en este país “no hay violaciones a los derechos humanos”, pues frente a ello nos recordaron que “no hay gobierno en el mundo que no tenga ese discurso cuando se lo cuestiona por violaciones de los derechos humanos”.

Este informe será leído ante las Naciones Unidas y organismos internacionales, por lo tanto, gracias a políticos de siempre, la vergüenza por la corrupción nos proporcionará descrédito.

La misión, en menos de una semana, recibió aproximadamente cuarenta denuncias de persecuciones, fue testigo de la convulsión social generada por el rompimiento del estado de derecho e hizo algunas recomendaciones. Entre ellas, recordó al Gobierno que es el Estado el llamado a precautelar las libertades individuales y la vigencia de los derechos humanos. Le recordó también la urgencia que amerita la investigación y sanción a los “grupos de choque” afines al Gobierno y en especial del denominado “Cero Corrupción”.

Principalmente, le dijo al Gobierno que no hostigue y detenga las amenazas a los periodistas, líderes de opinión y defensores de los derechos humanos. Pero sabemos que no le hará caso, porque no puede. No puede por falta de voluntad para rectificar, porque es preso de los diputados a los que les compró la conciencia y porque tiene que cumplir con los pactos a los que lo sostienen en Carondelet.

Una vez más pierde el país, y en especial los desposeídos; no solo los pobres, sino los que no tienen “padrino” en este “concubinato político”. Pero los grandes perdedores serán los que –repartidos en los tres poderes del Estadoconvirtieron su ideología en meretriz y aquellos sicarios de la paz que, sembrando odio, engendraron a los cobardes que callan ante la infamia.

A ellos ya empezaron a construirle el sarcófago asignado para los traidores de la patria, pues una nueva generación emerge valiente y convencida de que nada puede oscurecer a la democracia y a la libertad, que no vende sus sueños y que no se espanta ante la amenaza del solapado arsenal de los tiranos.

Lo que no pusieron en el informe es que luego de que termine este vergonzoso “sepelio” de los conspiradores del futuro, lo que recién empieza es el nacimiento de esa nueva gente capaz de vivir con respeto en medio de la diversidad y que sabe que no hay mejor negocio en el mundo que disminuir la miseria, consolidar la igualdad y poner a la justicia en libertad.