Hojeando algunos de mis artículos sobre turismo receptivo de principios de los años noventa, publicados en este Diario, compruebo que sugería la promoción de las cuatro regiones de Ecuador, en desacuerdo con la frase tradicional: “no hay nada que mostrar en la Costa”. Mi argumento era que el turismo avanzaba hacia la ecología y hacia el turismo rural, sugiriendo asimismo recorridos a través de la economía y de la gastronomía, de sus haciendas, de sus plantaciones, exponiendo el carácter indagatorio de numerosos turistas (en particular europeos) que los lleva a navegar por caudalosos ríos, adentrarse en los manglares, descubrir parajes salvajes, saborear comidas para ellos exóticas, pero los operadores extranjeros de turismo aún son renuentes para incluir nuestra costa en sus propuestas y siguen ofreciendo solamente Quito y sus alrededores, Galápagos, Amazonia y Cuenca, no obstante la bella aventura humana de la costa ecuatoriana con su sucesión fascinante de ciclos a través de los años: cacao-banano-camarón y su riqueza agrícola extraordinaria, además, extender el turismo hacia la Costa genera más empleos. Es de esperar que los esfuerzos del Ministerio de Turismo colmen este vacío.

El turismo debe focalizar también dos problemas esenciales: la seguridad y vigilancia de la protección de la fauna y flora. Hace algunos años acompañé a nuestra región amazónica a un grupo de personalidades suizas, entre ellas el presidente de una fundación para protección de la fauna y la flora. Al llegar a un puesto militar nos exigían dejar allí los pasaportes, proponiéndonos al mismo tiempo una pata de tigrillo (especie protegida). El mensaje era claro: comprar la pata o dejar los pasaportes. El grupo manifestó que prefería regresar al punto de partida antes que aceptar ese acto de delincuencia. Sería muy largo relatar todos los argumentos que saqué a relucir para que los guardias nos dejaran continuar el camino con los pasaportes y ¡sin la pata de tigrillo! En otra ocasión, mientras elogiaba la vocación ecológica de Ecuador y su biodiversidad excepcional, surgió la pregunta de un alemán sobre la estadística anual de deforestación. Le indiqué la cifra oficial de 150 mil hectáreas y la no oficial (más realista) de ¡300 mil! Dado que la mayoría de extranjeros que visitan un país llegan empapados de información, no fabular es importante a fin de evitar desconfianza.

Por otra parte, los asuntos relativos a turismo, hotelería y todo lo concerniente a este ramo, están vinculados a los objetivos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y a su concepto de trabajo decente. Sería interesante conocer las disposiciones de Ecuador al respecto. ¿Se están creando mejores oportunidades de empleos para mujeres y jóvenes y sueldos decorosos? Por ejemplo, para ser un buen guía turístico se necesita estudios y mucho esfuerzo personal, por lo tanto, su retribución económica debe motivarlo, ya que en la actualidad, la tendencia mundial es que los guías sean especialistas en su ramo: antropología, historia, ciencias naturales, etcétera.

En una ocasión el presidente Lucio Gutiérrez declaró que las embajadas serían las antenas de la promoción turística ecuatoriana, pero el turismo no es improvisación sino una profesión de gente creadora y de iniciativa y Ecuador es un patrimonio que primero debe ser conocido por los propios ecuatorianos para poder preservarlo y comunicarlo.