La reina Isabel II de Inglaterra, que se ausentó de la boda civil del príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles, se dejó ver ayer con una ligera sonrisa en el acto religioso oficiado para bendecir a los recién casados.

Acompañada de su esposo, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, la Reina asistió al acto de bendición dirigido en la capilla de San Jorge del castillo Windsor (afueras de Londres) por el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, ante más de 700 invitados.

La soberana, que llevaba un elegante vestido color crema y amarillo limón a juego con una pamela, y el príncipe Felipe, ataviado  de chaqué, llegaron a la capilla en un espectacular Rolls-Royce.

Publicidad

Isabel II, que también lucía guantes y bolso de charol negros, apareció relajada y moderadamente sonriente.

La Reina y su marido antecedieron al príncipe de Gales y su esposa, Camilla, duquesa de Cornualles, quienes hicieron entrada en la capilla poco antes del comienzo del servicio religioso.

Fue la primera aparición pública de Isabel II, después de  permanecer recluida en el castillo de Windsor mientras su primogénito se casaba en el ayuntamiento de esa localidad, en un gesto que algunos diarios británicos han calificado de desaire.

Publicidad

Según el palacio de Buckingham, la soberana no acudió a la ceremonia porque Carlos y Camilla deseaban un enlace discreto.

Pero la explicación oficial sobre la discreción de la boda no ha resultado convincente, dado que entre los asistentes estuvieron destacados miembros de la familia real como los hijos de la reina: la princesa Ana y los príncipes Andrés y Eduardo.

Publicidad

La tesis más recurrente en este país es que Isabel II ha antepuesto sus obligaciones a sus sentimientos de madre y ha juzgado incompatible su papel de Gobernadora Suprema de la Iglesia de Inglaterra con la asistencia a la boda civil del heredero a la corona.