En su testamento, Juan Pablo II llegó a considerar la renuncia y atribuyó su vida a un milagro. Estos son algunos de los puntos principales del documento.

6 de marzo de 1979:
“Estad prevenidos, ya que no sabéis qué día vendrá vuestro Señor”, (Mateo, 24, 42). “Estas palabras me recuerdan a la última llamada que se producirá en el momento en que el Señor lo quiera. Deseo seguirle y deseo que todo aquello que forma parte de mi vida terrenal me prepare para ese momento. No sé cuándo será, pero como todo, también este momento lo pongo en las manos de la Madre de mi Maestro: Totus Tuus (Todo tuyo)”.

“No dejo detrás ninguna propiedad de la que haya que disponer. En cuanto a  las cosas de uso cotidiano que me sirvieron, pido que se distribuyan como se considere oportuno. Que se quemen las notas personales. Pido que de esto se encargue Don Stanislao, al que agradezco la colaboración y la ayuda de tantos años”.

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“En lo que respecta al funeral, repito las mismas disposiciones que dio el  santo padre Pablo VI”. Al margen, el 13 de marzo de 1992, agregó: “El sepulcro en la tierra, no en un sarcófago”.

22 de febrero de 1980:
“Los tiempos en que vivimos son indeciblemente difíciles y  preocupantes. Difícil y tensa también es la vía de la Iglesia, prueba característica de estos tiempos, tanto para los fieles como para los pastores. En algunos países, la Iglesia se encuentra en un periodo tal de persecución que la falta de piedad y el odio superan incluso al de los primeros siglos”.

“Deseo de nuevo totalmente confiarme a la gracia del Señor. Él decidirá  cuándo y cómo debe terminar mi vida terrena y el ministerio pastoral. En la  vida y la muerte, Totus Tuus a través de la Inmaculada. Aceptando ya ahora esta muerte, espero que Cristo me dé la gracia para el último tramo, que es (mi) Pascua”.

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5 de marzo de 1982:
“El atentado contra mi vida, el 13 de mayo de 1981, confirmó en cierta manera la exactitud de las palabras escritas con motivo de los ejercicios  espirituales de 1980: Cada vez siento más profundamente que me encuentro totalmente en las  manos de Dios y estoy permanentemente a disposición de mi Señor, confiándome a Él a través de su Inmaculada Madre (Totus Tuus)”.

También se refiere a la última frase de su testamento del 6 de marzo de 1979 en la que mencionaba en el texto polaco: “Sobre el lugar del entierro y el lugar de los funerales que decida el Colegio Cardenalicio y los compatriotas”. Pero en 1982 asegura que por “compatriotas” tiene en mente: el Arzobispado de Cracovia o el Consejo General del Episcopado de Polonia. “Por tanto, pido al Colegio Cardenalicio que satisfaga en la medida de lo posible las demandas  enumeradas”, escribe.

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12-18 de marzo del 2000: 
En el 2000, Año de Jubileo, el Papa escribió que según el designio de la  Providencia, “se me ha dado vivir en el difícil siglo que acaba de pasar y ahora mi vida se acerca a los 80 años, (por lo que) es necesario preguntarse si no es el momento de repetir con el bíblico Simeón “Nunc dimitis” (Nuncdimitis servum tuum Domine: Ahora Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz).

“El  13 de mayo de 1981 (día del atentado al Papa en la plaza de San Pedro), la Divina Providencia me ha salvado de forma milagrosa de la muerte. Este que es el único Señor de la vida y de la muerte. Él ha prolongado esta vida, en cierta forma me la ha dado de nuevo”.

“Espero que Él me ayudará a reconocer hasta cuándo debo continuar con este servicio, al que me llamó el 16 de octubre de 1978. Le pido que me vuelva a llamar cuando quiera”.

“A medida que se acerca el final de mi vida terrena vuelvo con la memoria  al inicio”, escribe el Papa, quien recuerda a sus padres, “hermanos y hermanas (que no conocí porque murieron antes de que yo naciera)”, compañeros de estudios, la ciudad “de sus amores”, Wadowice, donde fue bautizado, a Cracovia y a Roma y “a las personas que de forma especial me confió el Señor”.

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“A todos quiero decirles una sola cosa: Que Dios se lo pague a ustedes”. (AFP)