El príncipe Ernst August de Hannover, esposo de la princesa Carolina, se encontraba este viernes en cuidados intensivos debido a una grave afección del páncreas, según fuentes cercanas a su entorno, lo que ha causado conmoción y tristeza en el principado, agobiado ya por el duelo y la espera del entierro de Rainiero III.
La hospitalización de Ernst-August, de 51 años, estaría ligada a una afección en el hígado y el páncreas, según un cercano al príncipe de Hannover, quien padece conocidos problemas de alcoholismo.
"Fue trasladado a cuidados intensivos pero no está en coma. Se trata de pancreatitis aguda", indicó a la AFP una fuente del hospital que horas antes había precisado que el noble alemán, hospitalizado desde el lunes en el Centro médico Princesa Grace del Principado, "está en un estado grave, pero no irreversible".
Interrogada por la AFP, la secretaria particular de la princesa Carolina rehusó hacer comentarios al respecto.
El príncipe ya había sido hospitalizado en junio de 2000 tras sentirse mal después de una fiesta de gala ofrecida en el castillo de Celle (Alemania) celebrada con motivo del día nacional de Mónaco en la Exposición Universal de Hannover y al parecer no asistió a la boda del príncipe Felipe de España y Letizia en mayo del año pasado por exceso de copas.
Ahora la princesa Carolina, muy afectada por la muerte de su padre el Príncipe Rainiero III el miércoles pasado, debe superar este duro momento que atraviesa su esposo, 15 años después de haber quedado viuda de Stefano Casiraghi, quien falleció en una competencia marítima en Mónaco en octubre de 1990.
Ernst-August de Hannover contrajo matrimonio con la princesa Carolina el 23 de enero de 1999 y desde entonces se ha visto involucrado en riñas y conflictos con paparazzis. La pareja tiene una hija, Alexandra, nacida el 20 de julio de ese mismo año.
El príncipe alemán, excéntrico de cabello largo, elegantísimo, gafas discretas u oscuras según la ocasión, es el tercer marido de Carolina, después del playboy Philippe Junot y el fallecido millonario italiano Casiraghi, con quien tuvo tres hijos, Andrea, Carlota y Pierre.
Carolina, la más altiva de las dos princesas de Mónaco, tuvo con Ernst a Alexandra, la nueva adoración del peñón, y su boda con él generó esperanzas infundadas en la opinión pública de que un día la pareja llegaría al trono del diminuto y riquísimo principado de dos kilómetros cuadrados y 30.000 habitantes.
Esos rumores fueron alimentados por la soltería y la falta de herederos directos de su hermano Alberto II de Mónaco, quien tras la muerte de su padre, es el nuevo soberano del principado.
Ernst, así como Carolina y el heredero Alberto II, fueron vistos por última vez en marzo, en la ventana del palacio monegasco abatidos por la agonía de Rainiero III, y cuya muerte sumió a Mónaco en el duelo hasta el próximo 15 de abril, cuando será sepultado con todos los honores tras casi 56 años de reinado.
Mientras tanto, la indiferencia reinaba frente al Palacio, donde sólo se veía un guardia rígido, la estatua de Francisco Grimaldi "Malizia", fundador del principado en 1297, ataviado de monje, y cinco tristes ramos de flores depositados por el pueblo en honor al desaparecido monarca.
En la Catedral de Mónaco sólo unas pocas decenas de personas acudieron ante la convocatoria oficial para la transmisión de los funerales del Papa en pantalla gigante desde Roma.
Había más periodistas y cámaras que fieles frente a la pantalla donde la cadena católica KTO transmitía en directo el sepelio de Juan Pablo II.
"No estamos por ninguno de los dos (el Papa y Rainiero), estamos aquí de casualidad", dijo una anciana que paseaba con su esposo frente a la Catedral.
La vida continuaba normal en el principado, con los comercios abiertos y una intensa circulación, pero la desgracia cayó de nuevo en medio de dos duelos magnos, el del Papa y el de Rainiero III, a lo que se agrega ahora la angustia de Carolina por la suerte de su esposo.
Tanto las princesas Carolina y Estefanía, como Alberto II y sus sobrinos han optado por distanciarse de los medios estos primeros días de duelo, mientras el Palacio no ha hecho ningún pronunciamiento oficial ante tantas desgracias sucesivas.