Reinventar el papel de la mujer en la Iglesia Católica  será uno de los desafíos para el Papa que sucederá a Juan Pablo II, “anti-mujer” para unos y artífice de un nuevo feminismo para otros.

El teólogo español Juan José Tamayo afirma que la mujer estuvo relegada a la “invisibilidad, marginación y exclusión” en este papado, que se caracterizó por la oposición frontal a los métodos anticonceptivos, al aborto, y a la participación de las mujeres en la Iglesia.

“Debemos distinguir que una cosa es el aborto y otra el control de la  natalidad”, sostiene Pedro Casaldáliga, obispo de Sao Félix de Araguaia, Brasil.

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En su Carta a las Mujeres de 1995 el Papa pidió perdón a las mujeres por la responsabilidad de la Iglesia en dificultar su camino.

Sus defensores consideran a Juan Pablo II como el inventor de un “nuevo  feminismo”, que defiende la emancipación de la mujer, pero dentro del marco de su papel tradicional de esposa y madre.

El Papa excluyó “para siempre” que la mujer pueda acceder al sacerdocio,  enarbolando la “infalibilidad” de la doctrina, ignorando que “durante diez o doce siglos desempeñó funciones sacerdotales  o diaconales”, según Tamayo y pese a que no existe “ningún argumento teológico bíblico serio” que lo impida, recordó Casaldáliga.