El sábado 2 fue un día triste para nosotros, los ecuatorianos en el exterior, por la muerte del Papa y el regreso de tres hombres que en su momento nos hicieron mucho daño a todos los ecuatorianos.

Y nosotros, los que tuvimos que abandonar a nuestros padres, esposas e hijos para migrar a lo desconocido por el único “delito” de haber creído en sus palabras, no podremos regresar; talvez nunca nos llegue ese momento, sin embargo, ellos llegan otra vez como los “salvadores”, con las mismas promesas, las mismas falsas  lágrimas. Eso no es justo.

Mi sentir es el sentir de miles y miles de ecuatorianos no solo en el exilio al que nos condenan nuestros gobernantes, sino a millones de ecuatorianos que tienen que seguir viéndolos y escuchándolos.

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Los invito a todos a reflexionar y encomendarnos a Dios, ya que nuestro adorado país va con rumbo a la deriva.

Sergio Ramón Mendoza
Nueva York, EE.UU.

Me duele el corazón hasta lo más profundo de mi alma al sentirme impotente ante la muerte de un amigo, Juan Pablo II, representante de Jesús en la Tierra.

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Con su ternura nos recibió en el Vaticano, a la Asociación Mundial de Ecuatorianos Residentes en el Exterior, en noviembre del 2001, para escuchar nuestro  pedido en nombre de la comunidad ecuatoriana y latinoamericana, de que interceda ante los gobiernos de los  países que forman la Comunidad Europea, para que sean  piadosos con las leyes migratorias y no haya deportaciones masivas de indocumentados.

Citó que él mismo era un inmigrante, comprendió nuestra  preocupación y ofreció ayudarnos. “Reciban mis  bendiciones para todos los inmigrantes ecuatorianos e hispanos. Recen a Dios para que proteja a los inmigrantes”, dijo; y se deleitó con la melodía del arpa andina del maestro Julio Atahualpa Poalasín, con la canción Hermano  del alma. Como resultado, el Congreso italiano dio una amnistía general a los trabajadores domésticos, pudiendo regularizar sus estatus migratorios sin tener que salir de Italia.

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Es digno agradecerle a nuestro amigo viajero, y enviamos con él al Cielo, a Dios, un mensaje pidiendo ilumine a todos  los ecuatorianos y sus gobernantes, para que haya  unidad, comprensión y progreso en nuestro lindo Ecuador.

¡Gracias, Juan Pablo II, y continúa bendiciendo a tus hermanos en Cristo.

Que Dios te premie con un lugar  especial a su lado.

Joseph Gavilanes
EE.UU.

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Debemos agradecer a Dios por habernos dado a un pastor tan valiente, campeón de la libertad, luchador por la democracia, los derechos humanos y la cultura de la vida.

Defensor de la paz, la dignidad humana y porque los más fuertes protejan a los más débiles. Combatió el comunismo, aborto, la eutanasia, la clonación y la discriminación a los migrantes.

Mensajero de la paz, sucesor del apóstol San Pedro, jefe de la Iglesia Católica. Su legado, defensa de la vida, ahora es un compromiso para todos los cristianos.

Rodrigo Páez
Guayaquil