La comunidad católica ecuatoriana rememora hoy el primer lustro del fallecimiento del cardenal Bernardino Echeverría Ruiz, quien perteneció a la orden franciscana y durante 20 años fue el II arzobispo de Guayaquil.

Echeverría nació en Cotacachi, Imbabura, el 12 de noviembre de 1912, en el seno de una familia de trece hermanos. Su nombre de pila era Carlos Guillermo Honorato y se ordenó sacerdote el 4 de julio de 1937. En 1949 se convirtió en el primer obispo de la ciudad de Ambato.

A partir del 7 de julio de 1969 comenzó su labor en la Diócesis de Guayaquil, que se destacó por la erección de muchos templos en las zonas rurales del Guayas y la edificación de los seminarios Mayor y Menor para la formación de sacerdotes.

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Impulsó la construcción del Colegio Arquidiocesano, que lleva su nombre, en esta ciudad, el complejo del Hombre Doliente, entre otras obras.

En 1989, el papa Juan Pablo II lo nombró administrador apostólico de la Diócesis de Ibarra; y en 1995 recibió el capelo cardenalicio del pontífice y asumió el cargo de cardenal, que lo desempeñó hasta el día de su muerte, el 6 de abril del 2000 en el convento de los hermanos franciscanos de Quito.

El cardenal Echeverría armonizó su acción pastoral con la literatura, pues escribió poesía, ensayos y temas históricos. Fue el autor del Himno a Quito y entre sus obras constan Los franciscanos en la región amazónica, La Iglesia en el Ecuador, entre otros textos.