La Iglesia católica de China, regulada por el Estado comunista, confía en que el sucesor del papa Juan Pablo II ponga fin a un rompimiento de medio siglo con el Vaticano.

“Confiamos en que el nuevo Papa mejore las relaciones entre China y el Vaticano, y visite China”, dijo el sacerdote Ma Yinglin, secretario general de la Asociación Católica y Patriótica de China, quien ofició el lunes una misa en honor del fallecido Pontífice.

China reiteró ayer al Vaticano su exigencia de no interferir en sus asuntos internos y romper relaciones con Taiwan.

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Los dirigentes comunistas ordenaron a los católicos chinos romper sus vínculos con el Vaticano en 1951 y aunque reconoce al Papa como jefe espiritual, el gobierno comunista nombra sacerdotes y obispos. Pero millones de católicos leales al Vaticano van a misas en iglesias clandestinas pese al hostigamiento.