La mayoría de los expertos católicos considera que el próximo papa no será estadounidense, pero los once cardenales-electores  de EE.UU. piensan ejercer toda su influencia durante el cónclave que designará al sucesor de Juan Pablo II.
 
Si los cardenales eligen a un papa estadounidense, “la mitad del mundo pensará que la CIA organizó la elección o que Wall Street la compró”, estima el padre Tom Reese, jefe de redacción del semanario católico América.

El cardenal de Chicago, Francis George, afirmó por su lado que la elección de un papa originario de una superpotencia “no serviría para la misión de la Iglesia”.

Según expertos, George y el cardenal de Los Ángeles, Roger Mahony, forman parte de los electores más influyentes del cónclave que forman coaliciones decisivas a la hora de elegir a un papa o bloquear su elección.