La capilla ardiente con los restos mortales de Juan Pablo II se abrirá hoy a las 10h00 de Ecuador  en la Basílica de San Pedro para que los peregrinos puedan darle el último adiós.

La capital italiana se prepara para lo que podría ser la mayor afluencia de gente en los tiempos modernos. Se anticipa que hasta dos millones de peregrinos irían a despedirse del papa Juan Pablo II.

La ciudad planifica medidas de seguridad, a la vez que prepara miles de camas, suministro de agua potable, asistencia médica y transportes para el funeral.

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A partir de hoy por la tarde el cuerpo del Papa yacerá en capilla ardiente en la Basílica de San Pedro y se anticipa la visita de una multitud.

La misa fúnebre se oficiará en la Plaza de San Pedro, como ocurrió con los dos antecesores de Juan Pablo II: Pablo VI y Juan Pablo I.

La ceremonia durará más de dos horas y atraerá a líderes mundiales, la jerarquía del Vaticano y feligreses.

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En la capilla Clementina del Palacio Apostólico se cumplió ayer la primera estación de las exequias con el papa Karol Wojtyla yacente sobre un catafalco para que los purpurados y, por primera vez, las autoridades italianas y el cuerpo diplomático le rindieran tributo.

La Plaza de San Pedro está colmada de gente desde el jueves por la noche, luego que la salud del Pontífice se agravó al extremo. Cuando se anunció su muerte, había unas 100.000 personas.

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Cerca de  130.000 personas asistieron ayer a la misa en San Pedro en memoria del papa Juan Pablo II, cuyos restos  mortales fueron mostrados por primera vez en televisión y expuestos para recibir el homenaje de autoridades, antes de ser presentados al público hoy.

Juan Pablo II murió el sábado, tras 26 años de pontificado, a los 84 años, pero dejó un mensaje póstumo ensalzando el amor para la plegaria mariana  de la  Divina Misericordia, el Regina Coeli, que sustituye al Angelus.

Los fieles, ubicados en la explanada vaticana y en la Vía de la Conciliazione, que lleva al río Tiber, aplaudieron repetidamente cada vez que se nombraba al Papa durante el rito religioso.

“El amor convierte el corazón y da la paz” en un mundo donde “a veces  parece olvidado y dominado por el poder del mal, el egoísmo y el miedo”,  escribió el Pontífice en este mensaje leído por el arzobispo argentino Leonardo  Sandri.

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Muchos no pudieron contener las lágrimas cuando Sandri anunció que Juan Pablo había preparado la plegaria antes de morir.

“El Papa murió sereno”, aseguró el cardenal Angelo Sodano en la homilía de la misa celebrada en San Pedro, el primer acto oficial del Vaticano en memoria del difunto Pontífice, fallecido por un shock séptico y una insuficiencia cardiaca irreversible, según el certificado de defunción difundido ayer.

Durante la ceremonia solemne el cardenal Angelo Sodano le llamó “Juan Pablo II el Grande” y  exaltó el amor que preconizó y distribuyó por todo el mundo el sumo Pontífice en más del millón de kilómetros que recorrió en sus 104 viajes.

“La civilización cristiana es la civilización del amor, a diferencia radical  de la civilización del odio que fueron las propuestas del nazismo y el  comunismo”, aseguró el cardenal, que durante los últimos años fue el número dos del Vaticano.

“Nos deja un vacío inmenso, es casi como si hubiéramos perdido a nuestro  padre”, dijo Mónica Soria, una ecuatoriana de 30 años, que asistió a la misa en honor del Papa, acompañada por su esposo Walter y su hija Wendy, de un año de edad.

En medio de la triste jornada, una de las asistentes a la misa falleció a consecuencia de un infarto. Personal médico intentó salvarla, sin conseguirlo.

Primeras imágenes
Por primera vez, los restos del Papa, flanqueados por dos guardias suizos, fueron mostrados al mundo por televisión al tiempo que las autoridades vaticanas e italianas empezaron a rendirle un homenaje en la sala Clementina  del Palacio Pontificio donde estaban expuestos.

Juan Pablo II apareció con el rostro tenso, vestido con una casulla blanca y una capa roja, las manos sobre el cuerpo y una cruz sobresale del brazo  izquierdo, una mitra en la cabeza y recostado sobre varios almohadones en un catafalco de tela color oro.

El Pontífice que vino del Este tenía las manos juntas sobre el pecho y sujetaba bajo el brazo izquierdo el característico báculo.

Los cardenales, dirigidos por Angelo Sodano, cantaron y rezaron a coro un responso, al final del cual el camarlengo bendijo con el hisopo los restos mortales del Papa.

Las manos, extremadamente blancas, que impresionaban, las tenía unidas y un rosario entre los dedos, delgadísimos.
Calzaba sus tradicionales zapatos de color marrón rojizo.

Verlo de cerca por primera vez tras la muerte impresionó, sobre todo porque bajo ese rostro más o menos sereno se percibía con claridad lo que ha tenido que sufrir en los últimos tiempos, aunque a él no le pesara, porque hasta los últimos días de vida mantuvo su máxima de “que bonito es gastarse hasta el final por el Reino de Dios”.

A la primera exposición de los restos asistieron un escogido grupo de periodistas de medios internacionales. Por primera vez, la imagen del Papa fue fotografiada y grabada y emitida por cámaras de televisión a menos de 24 horas de su muerte.

El presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, y su esposa Franca fueron los primeros en inclinarse ante el cuerpo de uno de los artífices de la caída  del comunismo, seguidos por el jefe del gobierno italiano Silvio Berlusconi, y  miembros del ejecutivo y de la curia.