Juan Pablo II había preparado un texto para el ángelus  que fue leído ayer por el arzobispo Leonardo Sandri.

En un extracto el texto dice: “Queridos hermanos y hermanas. Resuena hoy el alegre Aleluya de la Pascua. La actual página del Evangelio de Juan subraya que el Resucitado, la noche de ese día, se apareció a los apóstoles y les mostró las manos y el costado, signos de la dolorosa pasión impresos de manera indeleble en su cuerpo incluso después de la resurrección... A la humanidad, que a veces parece perdida y dominada por el poder del mal, el egoísmo y el miedo, el Señor resucitado ofrece como donación su amor que perdona, reconcilia y reabre el ánimo a la esperanza. Es amor que convierte los corazones y dona la paz.  ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y de acoger la Divina Misericordia!

“Señor, que con tu muerte y resurrección reveles el amor del Padre, nosotros creemos en Ti y con confianza te repetimos hoy: Jesús, confío en Ti, ten misericordia de nosotros y del mundo entero... Ayudados, por Él podemos comprender el sentido verdadero de la alegría pascual, que se basa en esta certeza: Aquel que la Virgen ha llevado en su seno, que ha sufrido y ha muerto por nosotros, ha resucitado en verdad.  ¡Aleluya!”.