Cerca de 150.000 personas asistieron ayer a la misa de la Festividad de la Misericordia, celebrada al aire libre en la Plaza de Jozef Pilsudski para recordar la presencia en el mismo lugar de Juan Pablo II hace 26 años.

En su homilía el obispo auxiliar de Varsovia, Piotr Jarecki, anunció que la misa de despedida del Pontífice se celebrará mañana en la capital polaca. Las sirenas ulularon y las campanas de las iglesias doblaron mientras los dolientes polacos lloraron a su amado compatriota Juan Pablo II.

Los templos de la capital polaca estaban repletos de multitudes de fieles y miles de peregrinos acudieron a una misa en la Catedral Santa Ana de esta capital. Ante la falta de espacio, otros miles permanecieron parados afuera, mirando la ceremonia religiosa a través de una pantalla gigante de televisión.
 
Es una gran pérdida para Polonia, expresó Jozef Romanzuk, un empresario de 40 años que se encontraba parado frente a la Catedral. El Papa era un símbolo de la nueva Polonia. Estamos comenzando una historia nueva, en la que los polacos quedamos solos.
 
“Es uno de los días más tristes de mi vida”, comentó Danuta Puklo, quien fue compañero de escuela del papa Juan Pablo II y uno de los sobrevivientes de los 40 miembros que integraron la promoción.

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Hasta pocos días antes de su muerte el Papa se mantuvo en contacto por carta con sus amigos de la escuela en su natal  Wadowice.

En Cracovia, donde se desempeñó como arzobispo, cientos de personas dejaron flores, colocaron velas y se pararon en silencio contemplando la ventana vacía de su vieja residencia oficial en la Curia Episcopal, donde residía Wojtyla cuando visitaba la ciudad y desde donde saludaba a su pueblo. Quedó iluminada desde la noche anterior, también como testigo de la presencia de Juan Pablo II en la ciudad, aun tras su fallecimiento.