A las 18h00 del viernes pasado, cuando Jacobo Bucaram Pulley, hijo del ex mandatario Abdalá Bucaram, llegó a Panamá junto con el presidente del Congreso, Omar Quintana, empezó todo el movimiento para el regreso del ex jefe de Estado a Guayaquil.

Luego de saludarlos, se reunió con ellos y su amigo Eduardo Azar, en el dormitorio. Ahí definieron que saldría a las 21h00.

En la butaca principal de la sala reposaba la guitarra que lo acompañó en su exilio en Panamá desde el 11 de febrero de 1997, en que salió de Ecuador destituido por el Congreso y con órdenes de prisión que quedaron anuladas la semana pasada por resolución de su amigo, el presidente de la CSJ, Guillermo Castro Dáger.

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Azar recogió los pasaportes de quienes acompañarían a Ecuador a Bucaram: su esposa María Rosa Pulley, su primogénito Jacobo, Quintana y su ex secretario de la Administración Miguel Salem Kronfle.

En la sala estaban para despedirse el ex ministro de Finanzas del régimen de Gustavo Noboa, Carlos Julio Emanuel, su esposa Kattia de Emanuel y César Alvarado, colaborador del gobierno de Omar Torrijos.

Entre conversaciones pasó el tiempo y a las 21h00 Bucaram, vestido con una guayabera blanca y pantalón negro, dio la orden: Vamos al aeropuerto. En ese instante insistió en que no sabían dónde aterrizarían, porque se filtró la información del anticipo de su regreso y la prensa lo esperaba en el aeropuerto internacional Simón Bolívar.

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Como equipaje llevaba tres bolsos grandes y dos maletas pequeñas.

Camino a la avioneta bimotor que lo trajo a Guayaquil, gritó tres veces ¡Viva Panamá!, ante la mirada extrañada de quienes caminaban por el sector comercial del aeropuerto internacional Tocumen.