En una avioneta bimotor de la empresa Turismo Aéreo de Panamá se trasladó el ex presidente Abdalá Bucaram a Guayaquil.

A las 21h40 despegó la nave. Hubo un silencio momentáneo, que fue roto por Jacobo Bucaram Pulley, quien recordó: “Hace ocho años, papá, usted me dijo que solo veníamos por 15 días y recién estamos regresando”. El hijo del ex presidente se refería al día en que Bucaram salió del Ecuador, después de seis meses de gobierno que sus opositores califican de catastróficos. Pero el ex mandatario se declara conciliador y  ofrece impulsar el diálogo. Cuando se le preguntó, en Panamá, si se reuniría con su tradicional enemigo político León Febres-Cordero (PSC) respondió: “me reuniría hasta con el diablo, si es en beneficio del país”.

En el viaje Bucaram intentó cantar: “Mesa, mesa, mesa que más aplaude...” tarareó entre palmadas, pero se interrumpió para comentar que no se sabía la letra. Para colmo, dijo, olvidó la guitarra. Entonces Eduardo Azar lo invitó a una partida de póquer. Los demás descansaban.

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A las 23h56 la azafata Mirna Acuña anunció que se había cruzado a espacio aéreo ecuatoriano. Bucaram se levantó y pidió que lo acompañaran a cantar el Himno Nacional. Al que más trabajo pareció costar esto fue a Omar Quintana, que por su estatura debió estar encorvado.  A las 00h40 empezó el descenso.
Bucaram se pegó a la ventana en silencio. Cuando vio más de cerca dijo: La ciudad está bien iluminada”. 

A las 12h50 se detuvo la nave. La presencia de los periodistas, que rompió el misterio del retorno, llevó a los roldosistas a una estrategia de emergencia: el ex presidente salió en vehículo hacia su domicilio y la caravana en dirección a la de Azar. Así, casi nadie lo vio, pero en la prisa olvidó el equipaje.