Decenas de voluntarios civiles del Proyecto Minuteman exigieron ayer al presidente de EE.UU., George W. Bush, el cierre de la frontera con México, al argumentar que los indocumentados son un riesgo para la seguridad nacional.

Los manifestantes, congregados en la localidad fronteriza de Naco, gritaban consignas como “Los ilegales son criminales”, “¡Bush,  cierra las fronteras!” y “Protejan nuestra soberanía”.

Uno de los organizadores de la marcha frente al puesto de control fronterizo, Bryan Barton, manifestó ayer que “no se trata de una mala voluntad hacia los inmigrantes, sino que el país no puede seguir absorbiéndolos”.

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Patrullas de aficionados
Barton, quien planea presentarse como candidato para ser miembro del Congreso por el distrito de San Diego (California) en el 2006, aseguró que las patrullas que realizarán los voluntarios a partir de mañana “muestran que hasta aficionados como nosotros pueden sellar la frontera”.

Cansados de esperar a que el gobierno solucione el problema, los voluntarios del Proyecto Minuteman iniciarán sus rondas en el sureste de Arizona, apoyados de aviones no tripulados y equipos de comunicación, para delatar a los inmigrantes.

Los activistas, frustrados por la porosidad de la frontera, aseguran que el cruce de personas sin documentos desde México a EE.UU. es un crimen y no valen las explicaciones sobre las dimensiones humana y económica de la inmigración ilegal.

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Un estudio de la empresa de inversiones bancarias Bear, Stearns and Co., publicado en enero pasado, señaló que la economía estadounidense “simplemente está adicta” a la mano de obra barata.

Se calcula que más de un millón de personas intentan cruzar hacia Estados Unidos de forma ilegal cada año, y los activistas exigen que Washington arregle los “agujeros” en la frontera, incluso con su militarización.