El cardenal camarlengo, actualmente el español  Eduardo Martínez Somalo, se encarga de verificar que el Papa ha muerto: retira el pañuelo que le cubre el rostro e inclinándose hacia el difunto lo llama tres veces suavemente por su nombre de pila –Karol, en este caso– en un ritual para confirmar que no hay respuesta.

En el pasado, el camarlengo golpeaba la frente del papa con un martillo de plata y mango de marfil para confirmar su muerte, pero no está claro si ese rito sigue vigente, pues esta tradición fue abolida por las reformas durante el Concilio Vaticano II en el sesenta. 

Tras verificar dice: “Vere Papa mortuus est” (De verdad el Papa ha muerto).
Luego destruye los símbolos de ese pontificado: el Piscatorio o Anillo del Pescador, que señala que el reinado concluyó, y las matrices de los sellos de plomo de las cartas pontificias, para evitar falsificación.

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Las banderas ondean a media asta y se cierra la Puerta de Bronce de la Basílica de San Pedro.