Esta noche, a las 20h00, presenta su espectáculo Cuentos de sirenas, músicos y otros seres alados, en el conservatorio Rimsky-Kórsakov (Cedros y Víctor Emilio Estrada, ciudadela Urdesa). La entrada cuesta $ 2.

Fue un taller de narración oral que tomó hace tres años con el actor y cuentero manabita Raymundo Zambrano lo que hizo que Ángela Arboleda se decidiera por la cuentería. En él descubrió que contando historias, interectuando con el público, se sentía  a gusto.

Dejó la publicidad, rama en la que trabajaba. Renunció a las largas horas de oficina y a  los malabares que hacía a diario para compaginar el trabajo con la práctica de la danza, género por el que había optado con anterioridad, primero junto a Sarao y luego con el grupo Danzasur.

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Con sus ahorros se fue a  recorrer Sudamérica. Estuvo en Lima, Santiago, Buenos Aires, Río de Janeiro. En todos esos  sitios se inscribió en talleres. Miró teatro y danza. Continuó con su aprendizaje de cuentería. Casi a los cinco meses retornó con las ideas claras: en adelante trabajaría solo en la cuentería y en la danza y nada la haría regresar a una oficina. Esa experiencia de vida, el taller con Raymundo Zambrano y la muerte de su padre, fueron fundamentales en sus decisiones.

Zambrano hizo que ella  mirara hacia el campo, que tomara contacto con  la  herencia  montubia que tenía y que permanecía como escondida. Visitó  la que fue la casa de sus abuelos en Guachapelí, cerca de Salitre,  y escuchó las historias de los habitantes  de los alrededores. “Afloró ese lado que a uno le enseñan como a rechazar. Cuando alguien no habla o es vergonzoso  le dicen que es montubio, cuando es al contrario. El montubio es el que mejor ha manejado la oralidad”, dice Arboleda.

Con las historias que escuchó, con otras que creó, con muchas que leyó y adaptó de varios  autores, armó sus espectáculos de narración oral y empezó a mostrarlos. Pronto llegaron las invitaciones a festivales internacionales. Fue a Colombia y Uruguay. La próxima semana viajará a México, al Festival de la Oralidad 2005, ‘La palabra, el cuento y los cuenteros’, que se desarrollará del 8 al 23 de abril, adonde llevará Cuentos de sirenas, músicos y otros seres alados, espectáculo que presenta esta noche en el conservatorio Rimsky-Kórsakov.

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Cree que en tres años de trabajo lo que ha logrado es bastante. Se siente feliz y agradecida con la vida. Recuerda a su padre y dice que quizá él le envía bendiciones. A más de sus espectáculos, junto con la actriz Raquel Rodríguez organizó el año pasado el festival de narración oral ‘Un cerro de cuentos’. Y este año  lo hará el próximo mes de agosto.

Ahora no  acude  a una oficina, sin embargo, no está desocupada.  Trabaja a diario en lo  que le gusta. Estudió periodismo y publicidad y ambos los ejerció, pero ya forman parte solo del currículo. A sus 36 años su opción es la cuentería, la danza y la escritura. Asiste también al taller literario de Miguel Donoso Pareja. Allí escribió, por ejemplo,  la historia del cabaré La concha dentada, que suele contar en sus presentaciones.

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NOTAS

Acercamiento
Ángela Arboleda se acercó al mundo del arte a mediados de la década de los 90, cuando laboró como relacionista pública del Museo Municipal.  En esa época comenzó a practicar danza.

Taller
El espectáculo que presenta esta noche en el conservatorio Rimsky-Kórsakov está integrado por  7 cuentos, 3 de ellos del libro Un hombre que se parecía a Orestes (Premio Nadal 1969) del autor  español Álvaro Cunqueiro (1911-1981).