La carrera política del nuevo ministro de Gobierno se inició en la ID, pero se desarrolló con Gutiérrez.

Los tres teléfonos celulares de Óscar Ayerve suenan a la vez. Ve el identificador de llamadas. Apaga uno, deja sonar al otro y contesta el tercero: “Llámame en 15 minutos que estoy en una reunión”.

Está acostumbrado a ese trajín, pero se da una concesión y esconde  su cuarto celular.

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¿Quién lo llama? Prefiere no responder. A Óscar Ayerve (56 años, ingeniero comercial, divorciado) no le gusta hablar de su vida privada. Destaca que su casa fue construida hace más de diez años en torno a un “árbol de hojas de papel”, pero evade responder, por ejemplo, por qué no retira el árbol de Navidad –en marzo–.

La vida pública de Ayerve registra enfrentamientos que lo han llevado, desfigurado, a una sala de emergencias; acusado, al ostracismo; y, ahora, cuestionado, al Ministerio de Gobierno.

Entre 1983 y 1996 estuvo afiliado a la Izquierda Democrática. “Salió en malos términos por desacuerdos internos”, comenta el diputado Jorge Sánchez. En efecto, se le hizo un juicio político en el partido, aunque ahora Andrés Vallejo y el mismo Sánchez dicen no recordar la causa.

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En 1992 no logró la diputación, pero en 1994 ganó la concejalía de Quito por la ID. Se distinguió por su oposición al entonces alcalde Jamil Mahuad (DP) y por investigar la red de extorsiones que encabezaba Luz Endara, conocida como Mama Lucha.

Cuenta que al finalizar una entrevista en radio Tarqui, Mama Lucha y su familia lo atacaron. “Me rompieron la cabeza, la nariz... Un señor Ribadeneira dice que empujó a Eufrasia Endara cuando iba a clavarme un cuchillo”. En esos días se acercó Xavier Ledesma y conoció a Gerardo Zapata; el primero ministro de Gobierno de Rodrigo Borja y el segundo capitán de la Policía. Allí inició una amistad, que coincidiría luego en la administración de Lucio Gutiérrez.

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Cuando terminó su periodo de edil, Ayerve se dedicó a su empresa Taski, hasta que, el 17 de julio del 2001, Filanbanco cerró y ahí se quedaron sus ahorros, unos $ 500 mil.

En octubre de ese año se formó la Junta Nacional de Acreedores de Filanbanco con el auspicio del diputado Carlos González (ID). Ayerve empezó a dirigirla, a conocer información privilegiada y, por tanto, a controlar buena parte del banco.
Sus ataques se dirigieron a los hermanos Roberto y William Isaías Dassum, ex propietarios del banco, a quienes calificó de “banqueros corruptos”.

Cuatro años después, en marzo del 2005, anunció que no seguiría al frente de la Junta y su discurso ya no era tan combativo. “Yo nunca he hablado de Isaías. Lo que he dicho es que el ‘vuelto’ por $ 210 millones debe ser cobrado” para pagar a los ahorristas.

Como presidente de la Junta, Ayerve recuperó el reconocimiento público, lo que le sirvió para entrar, en agosto del 2002, en la campaña de Gutiérrez. El contacto: Ciro Guzmán (MPD), asesor del coronel y ex concejal durante la Alcaldía de Mahuad. En su oficina, en Taski, comprometió un cheque de $ 10 mil de aporte y la impresión de afiches.

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Ya con Gutiérrez en Carondelet, el ascenso de Ayerve no fue fácil. Pasó de secretario de la Presidencia a opositor y regresó como asesor, luego fue nombrado secretario de la Administración y ahora es ministro de Gobierno.
Nunca se alejó de Filanbanco y logró que el Mandatario pidiera la destitución de tres de los cuatro liquidadores que ha tenido.

En mayo del 2004, el juez primero de lo Penal de Guayas, por denuncia del diputado Patricio Dávila (ex PSC), ordenó su prisión preventiva por una presunta subrogación de poderes como presidente de la Junta, pero la boleta quedó sin efecto en ese mismo mes. Pero la pugna con Patricio Acosta, en ese entonces secretario de la Administración, lo mantuvo lejos del Palacio.

Mientras estuvo fuera del poder, Ayerve ganó espacio para presionar al mandatario. En una carta dirigida a Amnistía Internacional, en octubre del 2003, critica “la perversa desidia y falta de interés del Gobierno..., a pesar haberse comprometido por escrito el ahora presidente, Lucio Gutiérrez, a pagar” a los acreedores. Y añade: “¡Qué vergüenza!; ¡qué mal ejemplo!; ¡qué falta de justicia y equidad!”. Al actual ministro de Agricultura, Leonardo Escobar, lo calificó de “testaferro de los Isaías”.

Ayerve, sin embargo, regresó con fuerza. Logró la salida de Acosta y su reencuentro con Ledesma, que estaba en el gabinete de Gutiérrez, fue clave para acercarse al Jefe de Estado. Gerardo Zapata, con quien mantiene amistad, reapareció este año como subdirector de Inteligencia de la Policía y fue vinculado a Ayerve en una presunta red de espionaje, con la que Acosta lo acusó de perseguirlo.

La diputada Ana Lucía Cevallos (ID) lo calificó como “el hombre del maletín” y denunció “me aseguró –en Cuenca, en noviembre del 2004– que estaba facultado para negociar cualquier beneficio económico que solicite un legislador”.
Pese ello, el ahora Ministro asegura que los frentes abiertos en los últimos años no serán un obstáculo para bajar las tensiones. Confía, dice, en su habilidad política y en la transparencia del régimen.

Es necesario bajar las tensiones, debemos asumir responsabilidades históricas que permitan dar solución a problemas como el de la CSJ.

Óscar Ayerve
Ministro de Gobierno