La situación desesperada de Rainiero de Mónaco y las conjeturas sobre su próximo fallecimiento ponen en primera línea como heredero del Principado a su hijo Alberto, que hasta ahora ofrecía una imagen de cierta timidez.
 
Pese a un pronóstico vital que sigue siendo “muy reservado”, el Palacio monegasco introdujo ayer una nota si no de cierta esperanza, sí al menos de suspenso en el avance de la enfermedad de Rainiero hacia un desenlace fatal, al destacar que “las funciones cardiaca, pulmonar y renal, que no dejaban de degradarse, se han estabilizado”.
 
Sin poder en ningún caso hablar de mejoría, los tres médicos que firmaron el parte quisieron corregir a los que decían que Rainiero había entrado en coma al afirmar que “está consciente, pero sedado”. El estado de salud del decano de los jefes de Estado de Europa, con más de 55 años en el poder, estuvo presente en las plegarias de los fieles pero no alteró el domingo de Pascua.