Acompañado de sus hermanos el supuesto sacerdote estafó en más de 40 mil dólares a dos mujeres.

De la ingenuidad y humildad  de dos mujeres de Azogues se aprovecharon dos presuntos estafadores que fingieron ser sacerdotes y ofrecieron llevar como misioneros a sus hijos menores de edad a los Estados Unidos.

Emperatriz Guallpa, de 58 años, oriunda de San Pedro de la  parroquia Borrero, perdió 30 mil dólares y Mariana Mora, de 38, del sector Cruz Blanca, en la parroquia San Marcos,  11 mil dólares.

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Según las mujeres, Pablo Enrique Pesántez Tenesaca y su hermano Cristian Hernán, este último prófugo, residían en la parroquia Quinta Chica de Cuenca.  El primero de ellos fue detenido por la Policía el pasado 14 de febrero y continúa en la cárcel de Azogues, mientras avanza el proceso judicial de acusación personal presentado en su contra por Emperatriz Guallpa.  
 
El paro judicial impide que avance el proceso, mientras tanto, las estafadas enfrentan problemas de deudas con quienes les prestaron el dinero, ambas deben pagar intereses del 5% mensual.

Como modus operandi utilizado para la estafa, Guallpa recordó que hace cinco años, cuando cosechaba fréjol, un joven de unos 22 años la visitó, para venderle unas imágenes de la Virgen y santos, le dijo que era un misionero enviado por un sacerdote de Loja (Pablo Enrique) que recauda fondos para la iglesia. 

La mujer lo invitó a descansar y al final de la conversación le regaló una canasta de fréjol para “el padrecito”.

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Pasaron cuatro años y el “hermanito Xavier”, como se hacía llamar Cristian Hernán, la visitó de nuevo. Dejó otras imágenes que serían pagadas en cuotas mensuales, este fue el pretexto para que regresara con frecuencia.

Cuando fue por el último pago, el supuesto misionero le habló de “ciertos poderes” que tenía el supuesto sacerdote (Pablo Enrique).

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Le entregó –según contó– una botella de vino consagrado para recuperarse de una cirugía al estómago que sufrió, ella estaba desconcertada, porque hasta ese momento no hablaba con el sacerdote y no entendía cómo podía saber sobre sus dolencias. 

El “hermanito” también le indicó a la mujer que supuestamente en una consagración de hostias el sacerdote tuvo una visión: su hijo Pedro, en ese entonces de 17 años, viajaría con todos los papeles en regla, como misionero a  EE.UU. y “el padrecito Jorge Josué”, como se hacía llamar, el ahora detenido, sería quien lo llevara. 

Señaló que cierto día el supuesto cura (Pablo Enrique) llegó a su casa para recomendarle que no contara a nadie sobre su propuesta, “porque otros también pedirían que lleve a sus hijos”, a lo que la mujer aceptó.

En cada visita ella les entregaba entre 1.000 y 1.500 dólares y dijo que cuando se dio cuenta estaba endeudada en 30 mil dólares, con más de una decena de acreedores a quienes pagaba intereses por el 5%. Guallpa recordó que se negó a  dar más dinero y a exigir que se cumpliera su oferta. 

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En ese momento ellos le pidieron los últimos 1.500 dólares para tramitar el permiso de salida del país y le dijeron que después de carnaval emprenderían el viaje, pero después de recibir la última cuota, Guallpa  no los volvió a ver. 

Todo  ocurrió entre septiembre del 2003 y febrero del 2004.

En febrero de este año, Guallpa pudo conocer la verdadera identidad y el domicilio de los falsos religiosos.

Tras saber que vivían en la parroquia de Quinta Chica de Cuenca  puso la demanda.
 
Lograr su identificación  “fue como un milagro” para Guallpa  ya que no conocía sus verdaderos nombres, pero la placa de uno de los carros en la que la visitaban la anotó uno de sus hijos y sirvió para descubrirlos.