Uno de los jóvenes que logró sobrevivir al naufragio relató a sus familiares lo ocurrido. Sufre traumas psicológicos porque no pudo salvar a su sobrino de las aguas y sus familiares pidieron la reserva de la fuente.

El joven les contó que hubo engaños de los coyotes. A muchos les dijeron que viajarían solos, a otros que lo harían con visa legal hasta México y a otros que irían de Panamá a México en vehículo, pero nunca les dijeron que irían por mar. El 15 de diciembre por la madrugada los obligaron a subir a las lanchas, mientras navegaban el oleaje subió y una ola derribó la nave con las 32 personas, entre ellas su sobrino.

Todos cayeron al agua, los coyotes que iban en otras lanchas ordenaron parar y recoger solo a dos personas, pues no había más capacidad.  El joven sobreviviente quiso ayudar a su sobrino que se desesperaba por salir del agua, pero no pudo. Aún en la oscuridad vio cuerpos flotando, luego se encendieron nuevamente los motores y se marcharon. Al mes se enteró que los sepultaron en una fosa común.