Cuentan los evangelios que cuando a la madrugada del primer día de la semana siguiente a la muerte de Jesús, llegaron las mujeres hasta el sepulcro, lo encontraron vacío y que luego Jesús vivo se apareció a María Magdalena, a dos de los discípulos y luego a los once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva”.

En este hecho, el de la Resurrección, se basa la fe de millones de cristianos y aunque es común que en Semana Santa nos acordemos y nos conmovamos más por la crucifixión, lo cierto es que lo diferente y específico del cristianismo es la fe en Cristo resucitado.

Los cuatro evangelios, aunque de distinta manera, nos relatan que Jesús resucitado reiteró su mandato a los discípulos, el de anunciar a todo el mundo la Buena Nueva, es decir, el Evangelio, sus enseñanzas.

Y si así es y en el mundo hay millones de cristianos y en el Ecuador la mayoría de los ciudadanos así se definen a sí mismos, la pregunta es: ¿Por qué el país está como está? ¿Por qué somos incapaces de crear una sociedad distinta?
¿Será que solo vivimos un cristianismo ritual?

Porque el mandato es claro, se trata de construir un reino de justicia, de paz, de verdad y de amor, y cuánto y cómo hacemos para lograrlo debería ser el centro de nuestra reflexión en estos días.

La Semana Santa no se agota en la crucifixión, llega hasta la resurrección y todos debemos resucitar, pero para eso antes debemos morir, a la mentira, a la deshonestidad, a la injusticia, al egoísmo, a la vanidad, para construir exactamente lo contrario, aquí y ahora, en el país en el cual vivimos y en el que construimos la sociedad de cada día.

El país está en crisis, en grave crisis y los ciudadanos tenemos mucho que hacer y que aportar para salir de ella y los ciudadanos cristianos más aún, porque es en este país donde debemos construir el Reino, por eso, las iglesias llenas, los políticos comulgando y yendo a las procesiones, no significan realmente una expresión de fe cristiana si no van acompañadas de un actuar cotidiano acorde con los mandatos evangélicos, a lo más, son expresiones rituales de una fe, que debe ir más allá del rito.

Aprovechemos pues, los días de reflexión para preguntarnos qué tiene que morir en nosotros para que podamos resucitar y qué debe morir en el país para que pueda resurgir y ser la sociedad justa en la que todos los ecuatorianos puedan realizarse como seres humanos.

Resucitemos.