Las ceremonias de Semana Santa en América Latina –donde vive la mitad de los católicos del mundo– abarcan desde los tradicionales vía crucis y la escenificación de la pasión de Cristo, hasta autoflagelaciones en México y Ecuador.

Los mexicanos escenifican la pasión de Cristo en casi todos sus estados, pero la más destacada es la Crucifixión de Ixtapalapa, barrio de la ciudad de México que desde hace 162 años representa cada Semana Santa los últimos minutos en la vida de Jesús.

En Brasil, una original ceremonia se realiza en la ciudad de Nueva Jerusalén, Pernambuco, donde desde hace más de 50 años se recrea la pasión de Cristo con un espectáculo al aire libre, que atrae a miles de personas.

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Las principales ceremonias en Colombia son la procesión de Popayán (600 km al suroeste de  Bogotá), con imágenes religiosas transportadas por “cargueros” que han heredado ese privilegio por generaciones, mientras que en Bogotá, miles de feligreses suben los 450 metros que separan a la ciudad del Santuario de Monserrat, imponente iglesia ubicada en la cima de uno de los cerros que rodean a la capital colombiana, donde oran al Señor Caído.

En La Habana, el Vía Crucis, retornó a las calles de La Habana y de cinco de las 14 provincias cubanas, después de casi dos siglos de ausencia de esta liturgia católica, tras la aprobación de las autoridades de la isla. Los historiadores aún desconocen la causa exacta de su suspensión en la primera década del siglo XIX.

En Perú, la imagen del Señor de los Milagros, conocido también como Cristo de Pachacamilla, una de las más veneradas de América, recorrió en procesión las calles del centro histórico de Lima desde el templo de Las Nazarenas hacia la catedral.