Juan Pablo II fue sometido el pasado 24 de febrero a una traqueotomía
que lo mantiene en silencio, para facilitarle la respiración tras una
serie de crisis respiratorias.

El papa Juan Pablo II apareció ayer desde su capilla privada del Vaticano a través de un circuito cerrado de televisión ante los miles de creyentes que asistían en torno al Coliseo de Roma, al  Vía Crucis nocturno que conmemora la crucifixión de Cristo.

Es la primera vez en su pontificado que el Papa no pudo asistir físicamente a la ceremonia nocturna que recuerda las últimas horas de vida de Jesús.

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La procesión alrededor del célebre monumento romano, donde numerosos  mártires perdieron la vida en los primeros años del cristianismo, fue instituida por el propio Juan Pablo II, quien siempre la había presidido,  inclusive desde que dejó de caminar hace unos tres años.

El Papa estaba sentado con una pequeña cruz en sus manos, fue filmado de espaldas y tenía una estola litúrgica como señal de que participaba en la ceremonia. No pronunció palabra alguna y seguía concentrado en el rito a través de una pantalla de televisión plana.

“Queridos hermanos y hermanas, estoy espiritualmente con ustedes en el Coliseo, un lugar que me trae muchos recuerdos y emociones”, confió el Papa en un mensaje leído por el cardenal Camillo Ruini al inicio de la ceremonia.

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“Estoy también cerca de todos aquellos que en estos momentos padecen  sufrimientos. Rezo por cada uno de ellos”. “Ofrezco yo también mis sufrimientos para que se cumplan los designios de  Dios y su palabra se abra camino entre la gente”, aseguró.

“Cruz, única esperanza”, afirmó en la conmovedora oración en la que pidió:  “Danos paciencia y valor y otorga la paz al mundo”.

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En directo
El mundo entero pudo ver en directo las imágenes del Papa en su capilla privada del palacio apostólico, ya que la procesión fue retransmitida por 54 cadenas de televisión de 39 países.

La procesión fue seguida también a través de pantallas gigantes, en la plaza de San Pedro iluminada para  la ocasión, donde numerosos fieles se congregaron.

El cardenal estadounidense James  Stafford inició a nombre del papa Juan Pablo II, convaleciente, las liturgias del Viernes Santo en la basílica vaticana de San Pedro.

Otro cardenal, Camillo Ruini, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana,  cargó la cruz en las dos primeras estaciones y en la última.

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A lo largo de las otras estaciones, la cruz fue cargada simbólicamente por  representantes de poblaciones que sufren, como una religiosa de India, un laico de Sri Lanka, otro de Corea del Sur, un joven de Sudán y una familia de  inmigrantes albaneses.

Reflexiones
En cada una de las 14 estaciones, se leyeron las reflexiones escritas este  año por el influyente y “papable” cardenal alemán Joseph Ratzinger, quien hizo un  análisis duro, de tono “apocalíptico”, según los expertos, de la situación de  la Iglesia y del mundo, devorado por el “mercantilismo”.

“La soberbia de pensar que podemos forjarnos a nosotros mismos lleva a transformar al hombre en una especie de mercancía, que puede ser comprada y  vendida, una reserva natural de experimentos”, escribió.