La matanza en la escuela secundaria de Red Lake (Minessota) el lunes pasado reavivó el debate en EE.UU. sobre el tratamiento de los menores con problemas mentales y los posibles efectos negativos de algunos antidepresivos.

Jeff Weise, el atacante de 16 años que se quitó la vida tras matar a nueve personas, tomaba el popular antidepresivo Prozac e incluso ya había sido internado una vez en un hospital psiquiátrico por tendencias suicidas.

En EE.UU. ya se discutía previamente la conveniencia o no de recetar antidepresivos a niños y jóvenes, en momentos en que el suicidio es la tercera causa de muerte en este grupo de la población.

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Según la Agencia de Fármacos y Alimentos de EE.UU. (FDA) los niños que toman Prozac, el único antidepresivo considerado seguro para los más jóvenes, tienen el doble de posibilidades de pensar seriamente en quitarse la vida e incluso de llegar a hacerlo.

Uno de los compañeros de Weise, Cody Thunder, de 15 años, dijo que escuchó por lo menos siete disparos de bala cuando estaba sentado cerca de una ventana en su aula de biología del décimo grado.

Thunder señala que vio a Weise con una pistola calibre 9 milímetros en su mano. “Tenía un gesto cruel en la cara”.

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Un primer disparo rompió la ventana. El segundo alcanzó a Thunder en la cadera, y el joven salió corriendo sin darse cuenta de que estaba herido.

Thunder dijo que Weise era un chico solitario y obsesionado con la muerte y los temas nazis en internet.

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