Loable el esfuerzo del Ministerio de Economía por atacar los problemas estructurales del manejo del Estado. En la Ley Topo están los grandes temas. Desgraciadamente el mecanismo no es el correcto. Si no hay espacio para discutirlos, su legitimidad es limitada, y la legitimidad es la base de la seguridad jurídica. Ciertamente hay que ser pragmáticos: las eternas discusiones en busca de consensos no llevan a ninguna parte. Pero el pragmatismo tiene un límite.
Más grave, la ley no ataca los verdaderos males del Estado: los intereses enquistados que lo carcomen.

Petróleo: se plantea la ampliación de los contratos de servicios a todas las áreas y modalidades. Muy bien, y con eso, ¿se elimina el costoso y antitécnico transporte de derivados vía marítima de Esmeraldas a La Libertad donde algunos lucran? ¿Se da mejor uso al gas quemado en el Oriente? ¿Se contratan sistemas automáticos de control de la cantidad de crudo que circula por el SOTE? El sector está plagado de gente y empresas que viven de nuestro petróleo. ¿En qué cambia eso con los dos párrafos de ley? El problema no está ni en el tipo de contratos ni en la supuesta falta de apoyo a Petroecuador. El problema es la manera en que se manejan los contratos (cualquiera sea su modalidad). En la falta de transparencia del monopolio estatal (como dueño de Petroecuador, ¿ha visto usted un balance claro?), la ausencia de apertura y competencia.

Electricidad: muy bien sancionar a la gente (y más grave, empresas) que no pagan y roban. Pero, ¿y las distribuidoras? Todos saben que ahí se hace lo que a los dueños del momento “les da la regalada gana”. ¿En qué va a cambiar eso? Lo mismo sucede en Pacifictel, ¿hay algo para modificarlo?

Finalmente, la Seguridad Social. Bien, vamos a un sistema mixto donde parcialmente se aporta a un sistema solidario y a cuentas individuales. En el Ecuador nos gustan las medias tintas y la ley refleja ese espíritu, está bien. Pero mi primera sorpresa es tratar de entender por qué las personas que menos ganan solo tienen derecho a mantenerse en un sistema colectivo manejado por el IESS, mientras los de más recursos sí tienen la libertad de escoger su lugar de afiliación y de tener (aunque parcialmente) una cuenta individual. Volvemos a lo de siempre: los mejores sistemas de libertad y competencia son para los ricos, los pobres se quedan con el Estado monopolista. Además, para la creación de las administradoras privadas de fondos “…el IESS podrá o procurará promoverlas… y lo hará a través de licitaciones…”. ¿Quiere decir que estamos atados al buen deseo del IESS? ¡Qué, ¿el mercado se va a crear vía licitaciones promovidas por el IESS? Extraño!

Nota: Nunca se disculpó la Federación Ecuatoriana de Fútbol ante los aficionados (los que la mantenemos) por los abusos, riesgos y barbaridades ocurridos en el partido Ecuador-Brasil. Ojalá para el domingo sí pueda comprometerse a hacer su trabajo con un mínimo de sensatez y responsabilidad. ¿Podrá? ¿Querrá?